Era el inicio de la canícula, la época más calurosa del año. El sábado 16 de julio de 2005, cerca de las tres de la tarde, cuando más abrasaba el sol, un grupo de excursionistas encendieron una barbacoa en un merendero junto a la Cueva de los Casares, en Riba de Saelices, Guadalajara.
Una pavesa de aquel fuego saltó a un rastrojo cercano y desató el infierno. El incendio quemó 13.000 hectáreas y dejó 11 víctimas mortales, convirtiéndose en el más letal del siglo XXI. El fuego de Guadalajara supuso un antes y un después: a raíz del desastre se creó la Unidad Militar de Emergencias, se incrementaron los medios de extinción y se endurecieron las medidas para evitar que se originaran más incendios así. Cambió, también, la percepción social sobre su peligrosidad.
El fuego comienza en el borde de un pinar y «avanza con absoluta virulencia» hacia el otro extremo. «Esos ocho kilómetros los recorre en dos horas. Fue el incendio más virulento de la historia reciente de España», relata a RNE el técnico forestal Miguel Aguilar. «Fue horroroso. Fue extremadamente seco y en concreto ese día tenía una meteorología pavorosa».
A las temperaturas de 33 grados se sumaron fuertes vientos, lo que facilitó que las llamas se extendieran rápidamente, alimentadas además por los pinos impregnados de resina. Unas 2.000 hectáreas calcinadas pertenecían al Parque Natural del Alto Tajo, donde se quemaron sabinas centenarias y robledales de gran valor ecológico. Se evacuaron unos 650 vecinos de cinco municipios, pero la peor parte se la llevó un retén de bomberos forestales de Cogolludo, una localidad cercana.
«El huracán de fuego nos vio y vino a por nosotros»
Los dos todoterrenos en los que viajaban el domingo 17 quedaron cercados por el fuego. Murieron 11 de ellos. «Los bomberos se han quedado ahí seguro», se escucha decir a un hombre, desesperado mientras señala a las llamas, en las imágenes que grabó TVE entonces.
Entrevista a Jesús Abad, único superviviente del incendio de Guadalajara (2005)
El único superviviente fue Jesús Abad, un funcionario municipal de Arcos de Jalón, Soria, que acompañaba al retén y se salvó gracias a que se refugió bajo el agua que caía de un camión cisterna accidentado. Sufrió quemaduras de primer y segundo grado y tuvo varias costillas rotas.
«Fue un huracán de fuego muy grande. Yo creo que ese fuego nos vio y dijo ‘vosotros sois míos’. Vino a por nosotros, porque estaba muy lejos», relataba al Telediario de TVE el 19 de julio, apenas dos días después de verse atrapado por el fuego. «Fue de buenas a primeras, primero vimos el humo negro. Dices ‘uy, esto ya se ha cambiado’. La siguiente vez que volvimos la cabeza, asomaban ya las llamas. Se montaron los coches para salir y ya no nos dio tiempo, ya nos enganchó», contaba.
Cerca del lugar donde murieron se instaló un pequeño monumento de homenaje con 11 flores negras. A día de hoy los vecinos siguen dejando objetos de recuerdo, como cascos de bombero.
Comienza el juicio por el incendio de 2005 en Guadalajara
«No había aparecido ni la Guardia Civil, ni Protección Civil. Nadie»
Mientras, en los pueblos afectados denunciaron la falta de ayuda. «A la mañana del domingo el pueblo amaneció lleno de humo. No había aparecido ni la Guardia Civil, ni Protección Civil. Nadie», cuenta a RNE el entonces alcalde de Luzón, Andrés Cabada.
Solo, decidió tomar la iniciativa. «Tocamos las campanas a las 08:00 y llamamos a la gente del pueblo. Los reunimos en la iglesia el teniente de alcalde y yo y decidimos que la gente mayor y los niños tenían que evacuar el pueblo», continúa.
Una veintena de vecinos se quedaron intentando proteger la localidad del fuego. «Estábamos con ampollas en las manos porque no teníamos medios, eran legonas [una herramienta similar a una azada], hachas, ramas que partíamos…», recuerda. Consiguieron que el fuego se quedara a 500 metros del pueblo. Fue entonces cuando les avisaron de que tenían que buscar al retén, que se había perdido «en el paraje del pozo». «Llegamos y allí no había rastros…», dice, con la voz rota. Uno de los fallecidos era vecino de Luzón.
En Mazarete celebraron un mes después de la tragedia un homenaje a las víctimas. «Casi todas las familias vinieron. Ha sido duro para ellos perder al padre, al marido, al hijo, a la hija», afirma, también emocionada, María Luisa Enjuto, alcaldesa de la localidad en aquel momento. «El dinero que te dan no te compensa del dolor que has pasado», añade.
Varios de los 11 cadáveres de un retén forestal, junto al vehículo en el que viajaban EFE/Víctor Lerena
29 imputados y un solo culpable
El 20 de julio, cuatro días después de su inicio, se dio por controlado el incendio. Pero entonces comenzó otra lucha, la de exigir responsabilidades. En un primer momento, la Justicia imputó a 29 personas, entre ellos los excursionistas que encendieron la barbacoa, pero también varios altos cargos como la exconsejera de Medio Ambiente de Castilla-La Mancha, Rosario Arévalo, que dimitió pocos días después de la tragedia.
Finalmente, ocho años después del desastre, la Audiencia Provincial solo condenó a uno de los senderistas. Le impuso una pena de dos años de prisión, una multa de 3.000 euros y además, le obligó a indemnizar con más de 10 millones de euros a la Junta de Castilla-La Mancha.
Miembros de los retenes que trabajaban en la extinción del incendio EFE/Víctor Lerena
Más allá de las responsabilidades penales, las críticas arreciaron contra la gestión del desastre por parte del gobierno autonómico, entonces dirigido por el socialista José María Barreda. Alcaldes, vecinos afectados, ecologistas y la oposición del PP denunciaron descoordinación y tardanza a la hora de movilizar a los medios de extinción.
La Junta dio declaraciones contradictorias sobre si el nivel de alerta y la solicitud de ayuda al gobierno central se había realizado antes o después de conocerse la noticia de las muertes. En diciembre, miles de personas se manifestaron en Guadalajara para recordar a los fallecidos y exigir responsabilidades.
Un «avance tecnológico» y más responsabilidad de la población
En el lado positivo, la gestión del fuego mejoró tras la catástrofe. El Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero creó poco después la Unidad Militar de Emergencias (UME), que ha intervenido en todo tipo de desastres desde entonces.
Se endurecieron las medidas de prevención. En 2005 era legal encender barbacoas incluso en las condiciones en las que se hizo aquella, algo que la Junta prohibió más tarde. También se han sofisticado los recursos disponibles: «Ha habido un avance tecnológico. Los medios informáticos, la facilidad que tenemos actualmente de transmitir imágenes era impensable hace 20 años», asegura Aguilar, que sigue siendo técnico forestal. A ello se suma que «la sociedad española es mucho más responsable».
El paraje natural se ha recuperado en gran parte gracias al rápido crecimiento del pino, aunque la herida sigue abierta entre los vecinos de la zona, para quienes la tragedia es imposible de olvidar.
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