El epidemiólogo Joan Ramon Villalví (Barcelona, 1955) está de vuelta en la Agència de Salut Pública de Barcelona (ASPB), que ya había dirigido entre 2003 y 2020. El año de la pandemia, el entonces ministro de Sanidad, Salvador Illa, se lo llevó a Madrid como delegado del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas. Villalbí, que desde finales de agosto vuelve a dirigir este organismo, recibe a EL PERIÓDICO en su despacho, ubicado en la plaza Lesseps de Barcelona.
¿Cuáles son los principales objetivos para esta nueva etapa de la ASPB?
De continuidad, porque la agencia es un organismo ejecutivo que crearon el Ayuntamiento de Barcelona y la Generalitat para no discutirse en políticas de salud pública. El objetivo es que la agencia siga siendo un organismo excelente para prestar servicios de salud pública, que lo es —está certificado con la ISO de calidad de servicios y está en un nivel 400 con el Sistema EFQM de calidad europeo—.
¿Cuál es, en términos de salud pública, lo más prioritario de Barcelona en estos momentos?
El cambio climático. Por eso estamos mirando de contribuir mucho para que el plan de clima de la ciudad funcione muy bien y se renueve, e incluya muchos aspectos vinculados a salud. En referencia al cambio climático, hay unos cuantos temas que nos interpelan mucho. Uno son los mosquitos.
Barcelona ya hace cada año esfuerzos por controlar las plagas.
Así es. Ahora tenemos mosquitos reproduciéndose muchos más meses, desde abril hasta muy entrado noviembre. Hace más calor y, por lo tanto, esta plaga se reproduce más. Y tenemos algunas formas de mosquito que son propicias para transmitir algunas enfermedades que hasta ahora veíamos lejanas, pero que ahora, con la globalización, vemos cada año. Es una preocupación que en otros países del sur de Europa está también muy despierta.
«El cambio climático es el tema prioritario. Y hay unos cuantos temas que nos interpelan mucho: los mosquitos y las olas de calor»
¿Y las olas de calor?
Es el otro gran tema vinculado al cambio climático. Antes, en invierno, entre el frío y la gripe, se nos moría mucha gente frágil —sobre todo gente mayor—. Pero ahora, con las olas de calor, esto nos está pasando en verano.
¿Ahora muere más gente en verano que en invierno?
No, en general, en invierno la mortalidad es más alta, pero el cambio climático hace que haya más olas de calor y que sean más largas.
¿Y qué medidas debe tomar Barcelona al respecto?
La ciudad ya está haciendo muchas cosas. Una de las más importantes es intentar mitigar el efecto ‘isla de calor’. El asfalto mantiene el calor, incluso cuando baja la temperatura hacia el anochecer. También hay más vegetación. Barcelona ha hecho un esfuerzo brutal para aumentar los parques hasta donde podía. Ahora lo que está haciendo es poner verde en todas partes que puede. El paseo de Sant Joan, la Meridiana… Está poniendo verde allá donde antes solo había cemento y asfalto y esto es bueno para las olas de calor porque el verde mitiga mucho. Y es un esfuerzo de la ciudad, no es de la ASPB, pero nosotros hemos ayudado a que la ciudad tenga conciencia y busque respuesta.
Son decisiones políticas con una evidencia científica detrás.
Exacto, sí, sí. Otra medida que se está empezando a probar es que en aquellos lugares donde no se puede poner vegetación, porque quizás es una calle estrecha y no caben árboles –como en Ciutat Vella–, se busquen elementos temporales que funcionen en verano y hagan sombra. Por ejemplo, lonas sujetas en los edificios. Esto ya se está probando y seguramente lo veremos más en Barcelona. También pérgolas que tengan una vegetación que en invierno caduque y no haga sombra, pero que en verano tenga verde y pueda servir de sombrilla. Las parras proporcionan este tipo de efecto. Son cosas que se están probando y que seguramente veremos cada vez más.
«La contaminación en Barcelona está evolucionando muy bien: estamos en los mejores niveles de la historia»
¿Y los espacios comunitarios?
La otra cosa que se ha hecho es climatizar espacios dentro la ciudad. Ha habido escuelas de Barcelona donde se han probado soluciones de este tipo: más vegetación, tierras que no sean de hormigón, elementos de agua, pérgolas, para que el patio, sobre todo en junio y en septiembre, sea un espacio climáticamente agradable. Y después la ciudad ha ido definiendo lo que llama ‘refugios climáticos’, lugares donde la gente puede estar con aire acondicionado si no tiene en casa. Se han hecho todo un conjunto de cosas para que la ciudad esté más preparada.
¿Y cómo vamos de contaminación?
La contaminación en Barcelona está evolucionando muy bien. La ciudad está mejor que cuando se empezaron a tomar registros. Hace unos 50 años estábamos con niveles de contaminación muy elevados y, además, con algunos contaminantes que prácticamente han desaparecido, como el SO2. Ahora mismo cumplimos los estándares europeos, pero la Unión Europea está fijando estándares más exigentes para dentro de unos años, por lo que tendremos que seguir poniéndonos las pilas. Pero estamos con los mejores niveles que hemos tenido nunca.
«La mayor fuente de contaminación de la ciudad es el tráfico, a pesar de que los vehículos son menos contaminantes y circulan muchos menos»
¿A qué lo atribuye?
Una parte tiene que ver con mejoras tecnológicas porque en la ciudad no hay focos industriales. En la zona metropolitana sí –en Castellbisbal, en Montcada i Reixac o en Sant Vicenç dels Horts–. La mayor fuente de contaminación de la ciudad es el tráfico, a pesar de que los vehículos son mucho menos contaminantes que en el pasado y de que circulan muchos menos.
Pero sigue habiendo muchos.
Sí. Pero Barcelona hace muchos años que está tomando medidas importantes para disminuir el tráfico. Las rondas, en su momento, se hicieron para sacar tráfico de la ciudad. Se ampliaron mucho las zonas verdes. Y muchos interiores de manzana, que antes eran o talleres o párkings, se están convirtiendo en pequeños parques que climáticamente benefician la zona.
«A la gente que a trabajar a Barcelona, las infraestructuras del país le tienen que ofrecer transporte público de calidad. Si no, vendrán en coche»
Hay quienes se quejan de no poder ir con el coche por Barcelona.
Los barceloneses que van con transporte público, a pie o con transporte activo –un patinete o una bicicleta– son cada vez más y esto es bueno. ¿Nos gustaría reducir más el tráfico? Sí. Pero esto depende de políticas muy generales. Barcelona es el centro de un pueblo metropolitano: si aquí vivimos 1.600.000 habitantes, cada día vienen unos cuantos a estudiar o a trabajar. A esta gente que viene de fuera, las infraestructuras del país le tienen que ofrecer transporte público de calidad. Se tiene que mirar Rodalies. Porque, si no, toda esta gente no tiene más alternativa que utilizar el vehículo. Y el otro gran reto es el transporte de mercancías: en España casi todo se hace en camiones, mientras que en Europa es mucho más frecuente hacerlo con ferrocarril.
Usted dice que Barcelona ya ha tomado medidas para reducir el tráfico, pero ¿qué ocurre con espacios vulnerables como las escuelas, que a menudo están en entornos contaminantes?
Se están tomando medidas. Parte de la tasa turística se está invirtiendo en instalar aire acondicionado en las escuelas. El aire acondicionado, a parte de permitirles funcionar en verano sin problemas, también filtra el aire. Y, por lo tanto, contribuye mucho. Si las escuelas instalan aparatos de aire acondicionado, pueden paliar la entrada de aire exterior, aunque estén en una calle con mucho tráfico como podría ser la Meridiana. Si la escuela instala aire acondicionado podrá tener mucha mejor calidad del aire que afuera.
«Si las escuelas instalan aire acondicionado también ganarán en una mejor calidad del aire»
¿Cómo está la ciudad en cuanto al consumo de drogas?
La sustancia adictiva que mata a más barceloneses es el tabaco. La segunda es el alcohol. Y después vienen las drogas ilegales. El tabaco mata cada año a unos 50.000 españoles. El alcohol, a unos 15.000; y las drogas ilegales, a entre 1.000 y 2.000. Por lo tanto, esta es la foto de entrada. De las drogas ilegales, la más extendida es el cánnabis. La siguiente más extendida es la cocaína: esta es la droga ilegal que lleva a más gente a tratamiento. En los centros de tratamiento de drogas, la mitad de la gente va por alcohol. Después, por cocaína. Y, después de la cocaína está la heroína. Aun así, no tenemos indicios de que haya gente joven que empieza con heroína. Prácticamente no hay ninguna. La gente que va a tratamiento de heroína es gente mayor.
¿Y las infecciones de transmisión sexual (ITS)?
Están subiendo mucho, sobre todo entre gente joven y, en concreto, hombres jóvenes. Mayoritariamente entre hombres que tienen sexo con hombres. Muchas grandes ciudades están viviendo esta dinámica por una cuestión de estilos de vida.
¿Tendría que tener más recursos y más personal el ASPB?
En cualquier servicio público, si tú pones el doble, se hará todo mejor. Los directivos públicos tenemos la obligación de hacer todo lo que podamos con los recursos que tenemos. Lo que puedo decir es que el presupuesto de la agencia en estos momentos es razonable, es bueno, y muy superior al de hace unos años. Empezamos el año con 33 millones de presupuesto y lo cerraremos gastando unos 35 millones. Y tenemos a unas 300 y pico personas en plantilla. Estamos en una situación bastante confortable, pero siempre podríamos hacer más.
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