Recuerda Mercedes Noval Font (Zaragoza, 1990), médica adjunta del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Universitari Son Espases, Palma de Mallorca, que, para reducir los eventos cardiovasculares, es fundamental controlar los factores de riesgo y, cómo no, el colesterol. Piensa que, en España, existe más concienciación sobre el tema. Pero que el control depende mucho de la comunidad autónoma, con cifras mejores en unas que en otras. Lo dice desde la Unidad de Lípidos de su hospital, que ella misma coordina. Son servicios especializados en el manejo del colesterol y en nuestro país hay un centenar. Allí llegan los casos que son de mayor dificultad, explica la también miembro del Grupo Lípidos y Riesgo Cardiovascular de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN).
Se habla de colesterol alto, pero los médicos siempre dicen que hay que diferenciar los perfiles de pacientes.
Sí, es fundamental diferenciar dos conceptos. Por un lado, las hipercolesterolemias (exceso de colesterol en la sangre) primarias (genéticas) y, por otro lado, las secundarias y, dentro de las secundarias, vamos a incluir también a aquellas personas que se alimentan fatal y les sube el colesterol. Esas personas harán una mejora de sus hábitos dietéticos y les mejorará, incluso pueden llegar a no necesitar pastillas. Dentro de estas secundarias también vamos a tener las secundarias de enfermedades. Por ejemplo, los pacientes con diabetes, con frecuencia también van a tener colesterol y triglicéridos altos.
«La gente no es consciente de la importancia del colesterol, porque no duele, pero cuando luego llega el infarto, ya no hay vuelta atrás»
¿Existen otros perfiles?
Si hablamos de hipercolesterolemia familiar, el problema es que el metabolismo del colesterol está genéticamente alterado. Por mucha dieta que haga el paciente, no va a ser suficiente para controlar su colesterol. Muchas veces van a necesitar que se les combinen varios fármacos de alta potencia para poder controlarlo. A unidades como la mía llegan las hipercolesterolemias primarias, estas que son genéticas, y casos de prevención secundaria que ya han tenido un evento cardiovascular y son de difícil manejo
Hablando de fármacos. Las estatinas, medicamentos que bajan los niveles de colesterol «malo», ¿siguen siendo los fármacos más recetados?
Dentro del arsenal terapéutico, las estatinas son el fármaco, digamos, de primer escalón y esto sigue siendo así. Es verdad que tienen muy mala fama por los efectos secundarios. Hay algunas personas que cuando los toman tienen dolores musculares, pero en los ensayos clínicos, donde tenemos un grupo que recibe el fármaco y otro grupo que va a recibir un placebo, es decir, que no recibe medicación, la tasa de eventos adversos de efectos secundarios del fármaco suele ser la misma en el brazo de placebo y en el brazo de estatina. Y más o menos suelen estar en torno al 7%. Su mala fama no está justificada.
¿Y qué hacen los pacientes con esos efectos secundarios?
La mayoría no tienen. Se han hecho muchos estudios en pacientes con intolerancia a estatinas, con reducciones muy buenas de colesterol y sobre todo han demostrado prevenir eventos cardiovasculares, que es de lo que se trata. A mí como médico lo que me interesa es que mi paciente no tenga un infarto, no que la analítica esté bonita. En cualquier caso, si eres intolerante a las medicaciones que estás tomando lo que haría es quitártela un tiempo -igual un mes-, constatar que al retirar la medicación se te pasan esos efectos, y probar otra, igual más floja.
Existen, además, nuevos medicamentos.
Hoy en día también tenemos tratamientos específicos para estas personas intolerantes a las estatinas. Lo recomendable es, si no toleramos una estatina, cambiar a otra. Ha salido una que se llama ácido bempedoico que se ha diseñado de una forma específica que no puede actuar a nivel muscular. En pastillas este es el último fármaco que se comercializó. Luego también tenemos tratamientos inyectables. Ya salieron hace tiempo, son de alta potencia. Se ponen cada 15 días, uno de ellos también se puede poner mensual y, en el último año y medio, se comercializó ‘inclisiran’, que se le ha llamado la vacuna del colesterol pero no es una vacuna. Se utilizan muchas veces en prevención secundaria porque, en estos pacientes que han tenido un evento cardiovascular, los objetivos de control de colesterol son muy estrictos y también en personas con hipercolesterolemia familiar genética.
Como experta en manejo de los casos más complicados, ¿qué le preocupa?
Diría que, dentro de la era de la información en la que estamos, vivimos en la desinformación. Muchas veces ves a algún nutricionista o, incluso, a algún profesional de la salud, decir que no hace falta tomar pastillas para el colesterol, que hay que tomar tales alimentos para bajarlo. Y esto genera que, luego, en la consulta muchas veces el paciente no entienda que tiene que tomar un fármaco. O que lo tome un tiempo pero luego lo deje. Es muy importante la adherencia a los tratamientos, y que en caso de que tengan dudas, se lo comenten con su médico, que no pasa nada, y si te has sentado mal uno, pues buscar otro. La gente no es consciente de la importancia de esto, porque no duele, pero cuando luego llega el evento, ya no hay vuelta atrás, y el evento puede ser un infarto en forma de muerte súbita, y se ha acabado. Entonces, ese oír a la gente que no se toma la medicación, porque se encuentra bien, es una pena. Son fármacos superestudiados, los que más beneficio cardiovascular han demostrado. Yo, todo esto, se lo cuento a los pacientes porque da mucha confianza.
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