La hidatidosis, una zoonosis poco conocida, está en aumento en diversas regiones argentinas. Médicos y veterinarios alertan sobre la necesidad de prevención, diagnóstico temprano y cambios en hábitos culturales para frenar su avance
En Argentina, los perros forman parte central de la vida diaria. Acompañan tareas rurales, viven en zonas periurbanas y comparten espacios domésticos en las principales ciudades. Pero una enfermedad históricamente asociada al campo ha vuelto a ganar protagonismo sanitario: la hidatidosis, también conocida como equinococosis quística.
En los últimos meses, distintos medios nacionales han advertido sobre un aumento sostenido de casos en varias provincias. Según datos publicados en estos medios, en 2025 se notificaron oficialmente 643 casos en el país, frente a un promedio de 470 casos anuales entre 2019 y 2023. Este incremento reaviva el debate sobre la vigilancia epidemiológica, las prácticas culturales y la prevención comunitaria.
Una zoonosis silenciosa que preocupa en Argentina
La hidatidosis ha sido durante décadas una enfermedad poco visible en el panorama sanitario argentino. Sin embargo, los recientes aumentos en el número de casos y la expansión geográfica de la infección han encendido las alarmas en sectores médicos y veterinarios. Lo que antes se consideraba un problema limitado al ámbito rural hoy se perfila como un desafío de salud pública más amplio, que exige atención coordinada y sostenida.
Un parásito con un ciclo bien definido
La hidatidosis es causada por el Echinococcus granulosus, un pequeño parásito intestinal que utiliza a los perros como hospedadores definitivos. Los animales herbívoros -como ovejas, cabras o vacas- actúan como hospedadores intermediarios.
El ciclo es simple pero efectivo. Los perros infectados eliminan huevos microscópicos en sus heces. Estos contaminan pastos, agua o suelos. Los herbívoros ingieren esos huevos y desarrollan quistes en sus órganos internos. Si un perro consume vísceras crudas de esos animales, se reinfecta.
Los humanos, en cambio, son hospedadores accidentales: se infectan al ingerir huevos del parásito de forma involuntaria -por contacto con perros, alimentos contaminados o agua no segura-.
Según explica Infobae:
“La hidatidosis es una enfermedad producida por un parásito llamado Echinococcus granulosus que transmite el perro a través de su materia fecal.”
Este mecanismo hace que zonas rurales argentinas, con cría de ganado extensiva y contacto estrecho entre humanos, perros y animales de faena, se conviertan en escenarios de riesgo permanente.
Por qué se conoce a la hidatidosis como “enfermedad silenciosa”
El adjetivo “silenciosa” responde a su evolución clínica. Los quistes hidatídicos crecen lentamente dentro del organismo humano, a veces durante años, sin generar síntomas específicos.
Los medios consultados reportóan que el aumento de casos de hidatidosis en 2025 se relaciona con la detección tardía de pacientes que convivieron largo tiempo con la infección sin saberlo. En paralelo, se advierte que la expansión no se limita a zonas rurales: también crecen los diagnósticos en áreas urbanas, reflejando la movilidad de animales entre contextos rurales y ciudades.
Hidatidosis, síntomas, diagnóstico y tratamiento en el país
Aunque la hidatidosis avanza de forma silenciosa, sus efectos sobre la salud pueden ser graves si no se detecta y trata a tiempo. En Argentina, los especialistas destacan la importancia de reconocer sus manifestaciones clínicas, fortalecer las herramientas diagnósticas disponibles en el sistema sanitario y garantizar el acceso a tratamientos adecuados, especialmente en regiones rurales donde la enfermedad tiene mayor presencia.
Signos clínicos más frecuentes
En Argentina, la mayoría de los casos diagnosticados se concentran en el hígado y, en menor medida, en los pulmones. Los síntomas pueden incluir dolor abdominal, sensación de masa, náuseas, ictericia, tos crónica o dificultad respiratoria, dependiendo del órgano afectado.
Sin embargo, muchas personas no presentan síntomas durante largos períodos, lo que dificulta la detección temprana y genera subregistro epidemiológico.
Diagnóstico en el sistema de salud argentino
El diagnóstico se realiza principalmente mediante ecografía abdominal, la técnica más accesible en hospitales provinciales y centros de salud rurales. En casos más complejos, se utilizan tomografía computarizada (TC), resonancia magnética (RM) y pruebas serológicas específicas.
En provincias patagónicas y del centro del país, los especialistas subrayan que la combinación de antecedentes epidemiológicos -contacto habitual con perros y ganado- con resultados de imagen permite un diagnóstico de la hidatidosis razonablemente confiable, aunque no siempre hay recursos suficientes en zonas alejadas.
Opciones terapéuticas y desafíos locales
El tratamiento de la hidatidosis depende de la localización y tamaño de los quistes:
- Cirugía en hospitales de referencia cuando es posible.
- Terapia con albendazol (y en algunos casos mebendazol) para casos inoperables o complementarios.
- Técnicas percutáneas en centros especializados.
- Manejo conservador en quistes pequeños o inactivos.
Profesionales consultados por los diferentes medios señalan que el acceso a tratamientos quirúrgicos avanzados no es homogéneo en todo el país, lo que evidencia una brecha entre centros urbanos y rurales.
Factores de riesgo en el contexto argentino
Comprender cómo se transmite la hidatidosis en Argentina implica analizar no solo el ciclo biológico del parásito, sino también los hábitos culturales, las prácticas rurales y las condiciones sanitarias que favorecen su persistencia. Identificar claramente estos factores de riesgo es fundamental para diseñar estrategias de control efectivas y adaptadas a la realidad del país.
Zonas rurales y hábitos culturales
En varias provincias del sur y centro argentino, persiste la costumbre de alimentar perros con vísceras crudas procedentes de faena doméstica. Esta práctica mantiene activo el ciclo del parásito. Se destaca que las zonas ganaderas siguen siendo las más afectadas, aunque la falta de control y educación sanitaria contribuye a la dispersión.
Y se alerta que el repunte de casos puede estar vinculado a fallas en programas de prevención comunitaria y a una percepción social limitada del riesgo.
Contacto cercano y transmisión indirecta
La transmisión de la hidatidosis no requiere mordedura. Basta con que los huevos microscópicos del parásito estén adheridos al pelaje o al hocico del perro. El contacto manual sin higiene posterior, el consumo de frutas o verduras contaminadas y el agua no tratada son vías relevantes.
Se advierte además sobre conductas de alto riesgo en contextos urbanos, como besar a los perros en la boca, una práctica que aunque minoritaria, puede favorecer el contagio indirecto si el animal porta huevos en el hocico.
Subregistro y percepción pública
En el sistema de salud argentino, muchos casos no se notifican oficialmente, especialmente en zonas rurales donde el acceso a diagnóstico por imágenes es limitado. Esto genera un subregistro que subestima la verdadera magnitud de la enfermedad, dificultando la toma de decisiones sanitarias a nivel nacional.
Datos recientes: un aumento que preocupa
Según cifras citadas por El Destape, en 2025 se notificaron 643 casos oficiales de hidatidosis en Argentina, un aumento notable frente a los promedios anteriores.
Especialistas consultados por medios nacionales apuntan a tres factores principales detrás de este incremento:
- Falta de campañas de prevención sostenidas en zonas rurales.
- Movilidad animal entre áreas rurales y urbanas.
- Diagnóstico tardío, que visibiliza casos acumulados durante años.
Este repunte no significa necesariamente un brote agudo, sino la visibilización de un problema crónico y estructural.
Prevención de la Hidatidosis: medidas prioritarias en el país
La expansión de la hidatidosis en Argentina ha puesto en evidencia que el control de esta zoonosis no depende solo del ámbito médico, sino también de la educación comunitaria y de políticas públicas sostenidas. Implementar medidas preventivas eficaces es clave para interrumpir el ciclo del parásito y proteger tanto la salud humana como la animal en todo el territorio nacional.
Desparasitación periódica
Veterinarios argentinos recomiendan desparasitar a los perros cada 45 días en zonas de riesgo, utilizando antiparasitarios eficaces contra Echinococcus granulosus. Esta práctica corta el ciclo biológico del parásito y reduce la diseminación ambiental.
Control de vísceras y residuos de faena
Evitar dar vísceras crudas a los perros es clave. Las autoridades sanitarias insisten en la eliminación segura de restos animales mediante incineración o enterramiento profundo para evitar que los canes accedan a ellos.
Higiene personal y ambiental
- Lavado frecuente de manos.
- Lavado cuidadoso de frutas y verduras.
- Consumo de agua segura.
- Evitar el contacto boca a hocico con perros.
Educación comunitaria y vigilancia epidemiológica
En distintas provincias argentinas existen programas de control, pero su aplicación es irregular. Especialistas reclaman campañas educativas continuas y una vigilancia activa sostenida, articulada entre los sectores de salud humana, salud animal y autoridades locales.
Lecciones internacionales aplicables
Experiencias en Europa, Australia y China muestran que programas integrales, sostenidos y coordinados pueden reducir significativamente la incidencia de equinococosis. En todos los casos, las claves fueron:
Argentina podría fortalecer sus programas locales tomando como referencia estas estrategias.
La hidatidosis no es una amenaza nueva, pero su repunte en Argentina en 2025 ha vuelto a colocarla en el foco público. Esta “enfermedad silenciosa” combina factores biológicos, culturales y estructurales que requieren una respuesta coordinada.
Los perros no son responsables, sino vectores cuando las prácticas humanas lo permiten. La prevención está en manos de todos: autoridades, veterinarios, productores rurales y ciudadanía.
Reforzar la desparasitación, mejorar el control sanitario de faenas, sostener campañas educativas y fortalecer la vigilancia son pasos indispensables para contener una enfermedad que, aunque silenciosa, nunca dejó de estar presente en el país.
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