La perra pastor belga malinois, integrante de la Unidad Canina de Rescate del Principado de Asturias, halló al anciano de 87 años tras dos noches a la intemperie
Durante dos días, Corvera de Asturias vivió horas de incertidumbre. La desaparición de un vecino de 87 años movilizó a decenas de efectivos de emergencia, voluntarios y familiares que rastrearon incansablemente el concejo bajo la lluvia y el frío. La historia, que podría haber tenido un desenlace trágico, acabó con final feliz gracias al olfato y la perseverancia de Kenia, una pastor belga malinois de la Unidad Canina de Rescate del Principado de Asturias, que localizó al anciano en una zona boscosa y de difícil acceso, tras caer por un terraplén de unos ocho metros bajo el puente de la Consolación.
El hallazgo, ocurrido poco después de las diez y media de la mañana del domingo, supuso un momento de alivio para los familiares del desaparecido, que llevaban casi 48 horas sin noticias. Exhausto, nervioso y con algunos rasguños, el hombre fue rescatado con cuerdas y trasladado en camilla al Hospital San Agustín de Avilés, donde se le atendió para descartar lesiones graves. Su historia, sin embargo, quedará unida para siempre al nombre de su salvadora: Kenia.
Dos días de angustia en Corvera
La desaparición se produjo el viernes 24 de octubre. El hombre, vecino de Cancienes, había salido de su domicilio en Los Campos hacia Nubledo para dar uno de sus habituales paseos. Al no regresar a la hora prevista, su hija alertó a la Guardia Civil de Cancienes, dando inicio a una búsqueda que pronto involucró a todo el municipio.
A primera hora del sábado, el Servicio de Emergencias del Principado de Asturias (SEPA) coordinó el dispositivo, estableciendo un punto de encuentro en el entorno del embalse de Trasona. Desde allí se desplegaron los equipos hacia las zonas de Entrevías, Los Campos y La Consolación, ampliando el radio de acción conforme avanzaban las horas sin resultados.
En el operativo participaron Bomberos del SEPA con base en Avilés y La Morgal, la Unidad de Drones, el Grupo de Rescate Aéreo a bordo de un helicóptero multifunción, Protección Civil, Policía Local, Guardia Civil y numerosos voluntarios que se sumaron a pie para rastrear caminos y prados.
La búsqueda, complicada por la orografía y las condiciones meteorológicas, se prolongó durante toda la jornada del sábado. La noche cayó sin rastro del desaparecido, mientras la familia enfrentaba el temor a un desenlace fatal.
La localización bajo el puente de la Consolación
El domingo por la mañana, con la primera luz del día, los equipos reiniciaron el rastreo. Fue entonces cuando la Unidad Canina de Rescate del Principado de Asturias desplegó nuevamente a sus binomios. Entre ellos, Kenia, una pastor belga malinois de cuatro años y medio, adiestrada desde los tres meses por su guía Rubén Rocandio, conocido como “Rookie”.
A las 10:40 horas, en una zona próxima al puente de la Consolación, Kenia marcó el rastro. Su ladrido firme alertó a su guía: había detectado olor humano procedente de una hondonada. El hombre se hallaba en el fondo de un terraplén de unos ocho metros, semiescondido entre la vegetación, mojado y con signos de agotamiento.
Gracias al aviso del perro, los equipos descendieron con material de rescate técnico. Lo estabilizaron, lo izaron con cuerdas y lo trasladaron en camilla hasta una zona accesible, donde fue atendido por personal sanitario. El anciano estaba consciente, desorientado y muy nervioso, pero sin lesiones graves. Dos noches bajo la lluvia y el frío habían puesto a prueba su resistencia, pero la rápida localización le salvó la vida.
Para su guía, el rescate fue especialmente emocionante: “Fue su primer hallazgo real —explicó más tarde—. Llevamos entrenando juntos desde que era un cachorro. Verla trabajar así y conseguirlo fue indescriptible”.
El papel crucial de la Unidad Canina de Rescate del Principado de Asturias
La Unidad Canina de Rescate del Principado de Asturias, integrada en el Servicio de Emergencias del Principado (SEPA), está compuesta por una decena de guías y unos quince perros especializados. Todos ellos son voluntarios que dedican su tiempo y recursos a entrenar a sus compañeros caninos para misiones de búsqueda en montaña, zonas boscosas, estructuras colapsadas o entornos urbanos.
El trabajo de estos equipos se basa en una relación de confianza y comunicación constante. “Trabajar en equipo con tu perro es lo máximo, y más aún cuando sabes que estás ayudando a salvar vidas”, explica Elena Marcos Mori, presidenta de la Unidad. Cada intervención supone largas horas de entrenamiento, desplazamientos y sacrificio personal, pero también la satisfacción de cumplir una misión solidaria.
Cómo trabajan los perros de rescate
En las operaciones de búsqueda se emplean distintos tipos de perros en función del escenario y las condiciones. Por un lado, están los perros rastreadores de olor específico, los que siguen el rastro de una persona concreta a partir de una prenda u objeto. Son los que solemos ver en películas o en casos policiales.
Por otro lado, se encuentran los perros de venteo, como Kenia, que no buscan un olor determinado, sino cualquier olor humano presente en el entorno. Trabajan con el viento, captando partículas en suspensión y desplazándose en la dirección de la fuente. Si encuentran a una persona caminando, la observan y regresan al guía; si está inmóvil, sentada o tendida, ladran para indicar la localización.
Este tipo de búsqueda exige gran resistencia física, concentración y una conexión muy sólida entre perro y guía. Los animales aprenden a moverse en todo tipo de terrenos, bajo lluvia, nieve o calor, y deben mantener la calma ante estímulos imprevistos.
El caso de Kenia: de cachorro adoptado a heroína en su primer rescate
La historia de Kenia tiene un componente especial. Fue adoptada con apenas tres meses, una cachorra de malinois con gran energía e instinto de trabajo. Su adiestramiento comenzó desde el primer día, basándose en el juego como herramienta de aprendizaje.
“Para ellos todo es un juego, pero un juego que salva vidas”, explica Elena Marcos. “Les enseñamos a asociar la búsqueda con algo positivo, con una recompensa que les entusiasma. A partir de ahí, su motivación es inagotable”.
Durante más de tres años, Kenia y su guía entrenaron en diferentes escenarios: bosques, zonas industriales, estructuras simuladas. Aprendieron a leer el viento, a trabajar con precisión y a mantener la concentración incluso ante largas horas de búsqueda.
El rescate de Corvera fue su primera intervención real con hallazgo, un logro que la convierte en símbolo del esfuerzo y la dedicación de toda la unidad. “Encontrar a alguien con tu perro, después de tanto entrenamiento, es lo más grande. Y saber que esa persona vive gracias a tu trabajo y al de tu compañero, no tiene precio”, comentó su guía tras el operativo.

Cooperación y esfuerzo colectivo
Aunque el protagonismo del hallazgo recayó sobre Kenia, el éxito fue el resultado de una coordinación ejemplar entre instituciones y voluntarios.
Desde el primer aviso, la Guardia Civil coordinó la búsqueda con el SEPA, mientras Bomberos de Avilés y La Morgal rastreaban los caminos y zonas de difícil acceso. La Unidad de Drones inspeccionó el terreno aéreamente, y un helicóptero multifunción del SEPA sirvió como apoyo para la supervisión de áreas amplias.
La Policía Local y los voluntarios de Protección Civil organizaron batidas por tierra, mientras familiares, vecinos y amigos se sumaban espontáneamente. El esfuerzo conjunto permitió cubrir un perímetro extenso en pocas horas, hasta que el olfato de Kenia condujo directamente al punto clave.
El caso demuestra cómo el trabajo en red y la colaboración ciudadana son esenciales para el éxito de las operaciones de búsqueda. En palabras de un responsable del SEPA: “Cada minuto cuenta, y cada mano —humana o canina— es decisiva”.
Más allá del rescate, la importancia del trabajo canino en emergencias
El rescate en Corvera vuelve a poner de relieve la relevancia de las unidades caninas dentro del sistema de emergencias. Estos equipos no solo intervienen en desapariciones de personas mayores o senderistas extraviados, sino también en terremotos, derrumbes o avalanchas, donde el tiempo es el enemigo más cruel.
El adiestramiento de un perro de rescate puede prolongarse entre tres y cinco años, e implica una inversión emocional enorme por parte del guía. Se requiere disciplina, constancia y comprensión del lenguaje canino. Cada éxito operativo refleja cientos de horas de práctica previa y una relación basada en la confianza absoluta.
En el caso de Kenia, su historia también sirve para desmontar prejuicios. La raza pastor belga malinois ha ganado popularidad en los últimos años, pero no siempre por las razones adecuadas. Son perros de trabajo, con una energía e inteligencia sobresalientes, que necesitan estímulos constantes y un propósito claro. Sin una guía adecuada, pueden desarrollar comportamientos complicados. En cambio, cuando se canaliza su potencial, son capaces de hazañas como la vivida en Corvera.
Un final feliz que refuerza el valor del vínculo
Cuando el helicóptero del SEPA se retiraba del lugar del rescate, la noticia ya se había extendido por todo Corvera. Los vecinos aplaudían a los equipos y, en especial, a la perra que había hecho posible el milagro. Kenia, ajena a la expectación, movía la cola mientras recibía su recompensa de siempre: su juguete favorito.
En los ojos de su guía se mezclaban orgullo y alivio.
“Este es el motivo por el que entrenamos cada semana, pase lo que pase”, explicó. “Porque algún día alguien va a necesitar a tu perro, y ese día tiene que estar preparado”.
El anciano, ya recuperado, pudo reunirse con su familia, que agradeció entre lágrimas la dedicación de todos los implicados. Dos noches a la intemperie no pudieron con él, pero sin duda, su destino cambió gracias a una perra llamada Kenia y a un equipo que demuestra que el mejor amigo del hombre puede ser, también, su salvavidas.
En resumen, este rescate no solo ha devuelto la esperanza a una familia, sino que ha recordado a todos el valor del trabajo silencioso y constante de quienes, con sus perros, entrenan para lo que nadie quiere vivir, pero todos necesitamos cuando ocurre. La Unidad Canina de Rescate del Principado de Asturias vuelve a demostrar que detrás de cada misión hay una historia de compromiso, esfuerzo y, sobre todo, de amor incondicional entre un guía y su perro.
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