A diferencia de orejas o nariz, la próstata aumenta de tamaño de manera real con la edad. Cuatro urólogos de Quirónsalud explican cómo detectar problemas a tiempo, prevenir enfermedades y mantener la salud prostática.
Siempre se dice que las orejas y la nariz crecen con los años. Lo mismo pasa con la papada, la piel de los brazos, los testículos o los pechos. Lo cierto es que no aumentan de tamaño, sino que se “descuelgan”: la piel y los tejidos se vuelven más laxos y, como consecuencia, todo parece más grande. Pero en nuestro cuerpo (más específicamente, en el de prácticamente todos los hombres), sí hay una estructura que de verdad crece con la edad y a la que hay que prestar mucha atención: la próstata.
En el cuerpo masculino, esta pequeña glándula, del tamaño aproximado de una nuez y forma similar a la de una castaña, cumple un papel fundamental en la fertilidad y la salud reproductiva. Como explica el Dr. José Ángel Gómez Pascual, jefe de Servicio de Urología del Hospital Quirónsalud Málaga: “La próstata es una glándula del aparato reproductor que ayuda a producir semen, que es el líquido que transporta el esperma cuando el hombre eyacula. Su función principal es aportar líquido prostático al semen. Este líquido constituye un 20-30% del volumen total del semen. Contiene componentes como enzimas, zinc y ácido cítrico que hacen que el semen sea una sustancia ideal para la supervivencia de los espermatozoides”.

Ubicada justo debajo de la vejiga y rodeando la uretra, la próstata cumple una función clave durante la eyaculación pues “sus músculos se contraen y se expulsa ese líquido hacia la uretra, donde se mezcla con el esperma”, señala el Dr. Toño Peña, especialista en Cirugía Robótica y Laparoscópica de cánceres urológicos en Centro Médico Teknon, Barcelona. Y el Dr. Juan José Monserrat, jefe de Servicio de Urología del Hospital Quirónsalud Valencia, completa: “En este segmento de la uretra que atraviesa la próstata desembocan los conductos eyaculadores, que vierten el líquido seminal. Así funciona como una válvula impidiendo que el semen pase a la vejiga, pero también que la orina pase a la vía seminal”. Pero, esta posición estratégica también explica por qué si hay problemas en la próstata, estos pueden provocar molestias urinarias: “Cuando se agranda, puede provocar síntomas urinarios como dificultad para orinar o necesidad de hacerlo con frecuencia”, añade el Dr. Peña.
Crecimiento y enfermedades más frecuentes
El crecimiento de la próstata es un proceso natural asociado a la edad, y casi todos los hombres experimentan algún grado de aumento prostático, aunque no todos presentarán síntomas de algún problema o necesitarán tratamiento. Las tres patologías principales que afectan a la próstata son la prostatitis, la hiperplasia prostática benigna (HBP) y el cáncer de próstata.
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Prostatitis: inflamación de origen infeccioso o bacteriano, generalmente en hombres jóvenes, con síntomas como dolor al orinar, urgencia, dolor perineal o fiebre.
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Hiperplasia prostática benigna (HBP): crecimiento no canceroso, típico a partir de los 50 años; provoca dificultad para orinar, chorro débil, aumento de frecuencia y sensación de vaciado incompleto.
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Cáncer de próstata: crecimiento anormal de células malignas; es la segunda neoplasia más frecuente en varones a nivel mundial —y la primera en España—. Afecta sobre todo a mayores de 60 años. En sus fases iniciales suele estar muy localizado y ser silencioso; en etapas avanzadas puede provocar dificultad para orinar, sangre en la orina o el semen, o dolores óseos.
Como detalla el Dr. Darío Vázquez-Martul, urólogo en el Hospital Quirónsalud A Coruña, “tanto la prostatitis como la hiperplasia son benignas. En el caso de la prostatitis, hablamos generalmente de episodios agudos, de ahí que el tratamiento se base en antibioterapia y antiinflamatorios fundamentalmente. La hiperplasia benigna, que es la patología más prevalente, se aborda farmacológicamente, para facilitar la salida de orina de la vejiga y en muchos casos para disminuir parcialmente el tamaño prostático, o quirúrgicamente, cuando fracasan los tratamientos previos o existe algún tipo de complicación. El tratamiento quirúrgico enuclea la zona central (agrandada) de la glándula prostática, pero no la próstata en su totalidad”.
Todos los urólogos coinciden en la importancia de desvincular HBP y cáncer. “Tener una próstata grande no significa tener más riesgo de cáncer. Ambas patologías no están relacionadas, pueden coexistir o presentarse aisladamente. Del mismo modo, el tratamiento médico o quirúrgico de la HBP no evita la aparición de un cáncer”, destaca el Dr. Monserrat. “Mientras que hasta el 80% de la población masculina sufrirá HPB, solo un 10% desarrollará cáncer”, especifica el Dr. Gómez Pascual.
Detección precoz y tratamiento del cáncer de próstata
El cáncer de próstata es el más frecuente en hombres, pero también uno de los más tratables. “Cuando se detecta a tiempo, el cáncer de próstata tiene tasas de curación incluso superiores al 90%. Cuanto antes se identifique, más opciones existen de tratamientos menos agresivos y con mejores resultados funcionales.”, subraya el Dr. Peña.
Para lograr la detección precoz del cáncer de próstata, los expertos recomiendan dos pruebas principales:
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Antígeno Prostático Específico (PSA): análisis de sangre que mide una proteína producida por la próstata. No reemplaza el examen rectal y otras pruebas complementarias en la detección del cáncer, ya que no es una proteía específica de cáncer (se eleva también en la HBP y en la prostatitis).
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Tacto rectal: exploración física del tamaño, consistencia y posibles nódulos de la glándula.
“Si se detectan anomalías se realizarán pruebas complementarias como resonancia magnética, ecografía o biopsia”, explica el Dr. Peña. En cuanto a la edad para iniciar los controles rutinarios, los médicos coinciden: a partir de los 45-50 años, antes si “existen antecedentes familiares de cáncer de próstata o se es de raza negra, dado que se tiene mayor riesgo”, añade.
Una vez diagnosticado, como describe el Dr. Vázquez-Martul, “el tratamiento se adaptará a la etapa de la enfermedad, características del tumor y de cada paciente. Esto supone que podamos desde plantear una vigilancia en casos muy poco agresivos, optar por un tratamiento focal en casos de tumores muy localizados o indicar tratamientos más radicales (prostatectomía o radioterapia) en casos de mayor afectación”. Afortunadamente, los avances tecnológicos han transformado el abordaje del cáncer de próstata, mejorando tanto la precisión diagnóstica como los resultados terapéuticos.
Factores de riesgo y prevención
Para mantener la próstata sana, los especialistas destacan hábitos de vida saludables como mantener un peso adecuado, hacer ejercicio, llevar una alimentación rica en frutas, verduras y pescado, limitar alcohol y tabaco, no retener la orina y mantener actividad sexual regular. “La eyaculación durante la estimulación prostática (ordeño de próstata) no solo puede producir orgasmos más intensos”, como recuerda el Dr. Gómez Pascual, sino que “la eyaculación frecuente ayuda a eliminar secreciones y reduce la acumulación de sustancias potencialmente dañinas en la glándula” Por otro lado, “un mayor número de parejas sexuales y antecedentes de infecciones de transmisión sexual se asocian con un aumento del riesgo de cáncer de próstata”, cuenta el Dr. Monserrat.
También se ha observado un efecto protector del café: “El consumo habitual de café se asocia con una ligera reducción del riesgo de cáncer de próstata, pero la evidencia no es suficiente para recomendarlo como medida preventiva específica”, puntualiza el urólogo del hospital valenciano.
En torno al sobrepeso y la obesidad, el Dr. Monserrat, explica también que “es de los pocos factores modificables, es decir, no transmisibles genéticamente ni por raza, que se ha relacionado directamente con el cáncer de próstata. La obesidad no causa incremento de la incidencia de cáncer de próstata, pero sí que puede favorecer el desarrollo de tumores más agresivos, aumento de la mortalidad y peor respuesta al tratamiento”. Además, “en personas con sobrepeso, el PSA puede resultar falsamente bajo, dificultando el diagnóstico precoz si no se realiza tacto rectal”, amplía el Dr. Peña.
Todos los especialistas enfatizan en la importancia de la prevención y la detección temprana mediante exploraciones anuales. “Todavía existe el mito de que el tacto rectal duele, que genera angustia o es humillante, cuando en realidad es una prueba indolora, rápida -dura menos de un minuto- y muy útil”, resalta el Dr. Gómez Pascual. Hay que eliminar el rechazo al examen físico y acudir al urólogo, tengas o no síntomas urinarios. La detección temprana puede mejorar tu vida o, incluso, salvarla.
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