Casi seis de cada diez personas en España (un 59%) dicen sufrir estrés, según datos del Estudio Internacional de Salud Mental del Grupo AXA (2025). El cortisol, la conocida como hormona del estrés, juega un papel fundamental en la respuesta del organismo ante situaciones que nos ponen a prueba. Cuando el estrés es persistente y el organismo permanece en alerta continua, lo que se genera es una producción sostenida de esta hormona. ¿Es malo? No necesariamente, dicen los expertos. Aquí van algunas claves.
Junto con la adrenalina, el cortisol, del que tanto se habla en redes sociales, sobre todo a la hora de regularlo, es una de las dos hormonas que nos mantienen alerta. Producida por las glándulas suprarrenales, situadas en la parte superior de los riñones, su función es clave para regular el metabolismo y la respuesta inmunitaria, reducir la inflamación y controlar el azúcar en sangre o la presión arterial. Además, esta hormona ayuda a adaptar el cuerpo a situaciones de estrés, aumentando los niveles de energía y preparándolo para enfrentar un peligro o situaciones de emergencia.
En realidad, es un sistema muy eficiente de nuestro cuerpo, defienden los expertos cuando se les pregunta por esa obsesión desatada por mantener a raya los niveles de una hormona que, recuerdan, es necesaria para el buen funcionamiento del cuerpo. «Sin esta hormona no podemos vivir», explica la doctora Felicia Hanzu, coordinadora del Área de Neuroendocrinología de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN). Regula todo lo que tiene que ver con el metabolismo, desde la presión arterial, el peso y la respuesta inmune. Además, recuerda, también es antiinflamatorio.
«No es malo, no podemos vivir sin él y no tiene sentido anestesiarnos», afirman los especialistas
La doctora Hanzu añade que el cortisol tiene un ritmo circadiano –el que regula los cambios en las características físicas y mentales que ocurren en el transcurso de un día– muy importante. «Por la mañana está 10 veces más alto que por la noche, sin luz. Son picos. Estamos tan obsesionados con el cortisol porque también estamos obsesionados con que estamos muy estresados por llevar una vida muy activa», indica.
Por este motivo, añade por su parte Antonio Cano, catedrático de Psicología de la Universidad Complutense, el objetivo no debe ser eliminarlo, sino controlarlo. «Cuando aparecen índices altos de cortisol –se pueden hacer pruebas para comprobar el nivel en la sangre, la orina o la saliva–, significa que hay un nivel de estrés elevado. Por ejemplo, cuando debemos hacer algo y no tenemos suficientes recursos para ello o afrontamos más demandas que recursos. Lo que hacemos es acelerar, activarnos más para tratar de hacer dos cosas a la vez. Para poder activarnos tienes que pensar más deprisa, recordar más cosas o tomar decisiones rápidas a nivel mental», describe.
El estrés no es malo en sí mismo, dice el psicólogo. Es un mecanismo que utiliza nuestro cuerpo para reaccionar ante una amenaza y poder superarla. El problema es cuando se vuelve crónico. Cuando es prolongado altera la capacidad de defensa del cuerpo y conduce al deterioro: bajada de las defensas, problemas nutricionales, para dormir, aumento de la presión arterial… Eso producirá que los niveles de cortisol se descontrolen. El cortisol es necesario para el buen funcionamiento del cuerpo, así que la misión no es eliminarlo, sino controlarlo, clarifica.

Antonio Cano, psicólogo y catedrático / CEDIDA
«Cuando tenemos estrés los cambios que se observan son que, por un lado, se incrementan las funciones que van destinadas a la acción y otras se van a ralentizar. Todo eso está regulado por hormonas y la hormona del cortisol tiene mucha importancia. Por ejemplo, cuando estamos estresados tendemos a comer más y a ingerir comida más contundente. Nuestro cerebro sabe que si estás produciendo cortisol es que vas a tener más gasto de energía», aconseja.
El estrés forma parte de nuestro día a día, finaliza el psicólogo y debemos aceptarlo. «Por eso no tiene sentido anestesiarnos. Eso sí, empieza a ser preocupante cuanto más intenso sea, más tiempo dure y más se desajuste a la realidad». Lo primero es aprender a manejarlo, aconseja. «Si todos tenemos estrés pero luego dormimos y descansamos, nos recuperamos. Pero si tú tienes estrés crónico y llevas un año que no duermes, aumenta el estrés aún más y ya eso puede producir problemas de salud y de rendimiento».
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