En España cada 30 minutos se denuncia una desaparición y aunque las causas son múltiples según la edad del desaparecido, la relación entre las desapariciones de personas de avanzada edad y las enfermedades neurodegenerativas es más que directa.
Salen a pasear o a tomar un café, acuden a una consulta al médico, van a comprar el pan… pero no vuelven a casa. Y a partir de ahí, la angustia se ceba con las familias y personas más cercanas. El deterioro cognitivo y los episodios de deambulación y desorientación son una mezcla explosiva que convierte estas desapariciones y pérdidas en casos de riesgo extremo en medio de una vulnerabilidad absoluta.
Personas mayores y solas en la calle que en muchos casos, de forma episódica o crónica, no saben cómo se llaman, quiénes son, dónde viven y andan de forma repetitiva y errática.
Han causado impacto en la sociedad las recientes imágenes de una pareja de ancianos con demencia que desapareció en la localidad madrileña de Leganés. La Policía Nacional los pudo encontrar gracias a los drones de la Unidad Aérea horas después de que se perdiera su pista.
Ambos tenían alzhéimer, se desorientaron y desvanecieron en un camino por las altas temperaturas. En el vídeo se observa como la mujer se encuentra tendida en el suelo en un gran campo de cultivo de la localidad, alejada del núcleo urbano. Gracias al aviso del operador del dron, los agentes de Seguridad Ciudadana acudieron al rescate junto a sanitarios del Summa 112 y consiguieron estabilizar a la mujer que se encontraba deshidratada. Su pareja fue hallada a 300 metros de ella, en el interior de una zanja de dos metros de altura a la que había caído y de la que no era capaz de salir por sus propios medios. El desenlace de ambos pudo ser dramático, pero el final fue finalmente feliz.
Raquel Gimeno es médica de emergencias del Summa 112 especializada en casos de vulnerabilidad y soledad no deseada y cuenta a RTVE.es que este caso que saltó a los medios es mucho más habitual de lo que se piensa.
«Muchas veces son personas que viven solas, salen a la calle y de repente un día no saben volver a su casa, y no siempre están diagnosticados de una demencia. Pueden tener un cuadro confusional derivado de otros problemas de salud que aumentan el riesgo de pérdida como una mala alimentación, una infección o una situación de deshidratación por el calor», explica Gimeno, que pone de manifiesto que el hecho de que alguien se pierda por la calle puede alertar precisamente de que «algo no va bien» y convertirse en un «detector» de una posible demencia incipiente y deterioro cognitivo. Según cuenta esta doctora, cuando contactan con la familia a veces no son conscientes de que su padre o su madre está en una situación de emergencia social.
«La deambulación y desorientación no es anecdótica en las personas con alzhéimer, es un patrón común. Se levantan allá donde estén y comienzan a andar sin rumbo fijo. El caso de esta pareja de Leganés es más que habitual», coincide el director ejecutivo de la Confederación Española de Alzhéimer y Otras Demencias (CEAFA), Jesús Rodrigo, quien afirma que los riesgos de pérdida, accidente e incluso muerte son más que evidentes.
Los enfermos de alzhéimer tienen recuerdos relacionados con su juventud e infancia y muchas veces quieren volver a los hogares de cuando eran niños. Son los recuerdos más vívidos que tienen en su memoria, que desaparece a corto plazo, pero que en estados iniciales y moderados se mantiene a más largo plazo.
«Esto provoca que de repente están en su casa, en su centro de día, paseando por la calle y comienzan a deambular buscando el que creen su hogar», explica Rodrigo a RTVE.es.
En estas circunstancias, puede convertirse en una obsesión para el familiar o cuidador el riesgo de pérdida de la persona dependiente: «Saber que alguien a tu cargo con tanta vulnerabilidad escapa de tu control fácilmente es difícil de llevar y en los casos de desaparición el conflicto que aparece por sentirse un mal cuidador junto con la angustia de no saber dónde está tu ser querido puede convertir la situación en algo muy complicado de gestionar».
Más de 800.000 personas padecen la enfermedad de Alzheimer en España, según los datos de la Sociedad Española de Neurología, afectando ya al 10% de las personas mayores de 65 años y a un 33% de las mayores de 85 años.
Una de las claves para la búsqueda: la denuncia rápida
Marcial Bravo, jefe de Servicio del Centro Nacional de Desaparecidos (CNDES), dependiente del Ministerio de Interior, apunta a que en España en 2024 se denunciaron 268 casos de desapariciones de personas con deterioro cognitivo.
En una entrevista con RTVE.es asegura que por el grado de vulnerabilidad tan alto de estos enfermos la rapidez en la búsqueda es clave. «Se trata de desapariciones involuntarias en las que el tiempo no corre a favor. En el momento que la familia sospecha que el mayor está perdido hay que denunciar muy rápidamente. Hay que erradicar la idea de esperar 24 horas». Aunque muy angustiosas, Bravo apunta a que son desapariciones que se resuelven en un 96% de los casos.
Precisamente en el caso de la pareja de Leganés la celeridad en la actuación policial fue clave para el buen desenlace. Bravo explica que la policía pudo geolocalizar al hombre porque llevaba un dispositivo electrónico y rápidamente comenzó la búsqueda solicitando helicópteros y drones. «Peligraba la vida de ambos», apunta el responsable del CNDES.
El Centro Nacional de Desaparecidos realizó un estudio con un total de 11.449 muestras -denuncias de pérdidas de personas mayores de 65 años desde 2010 hasta 31 diciembre 2023-, constatando que el perfil típico es el de un hombre, de nacionalidad española y franja de edad entre los 65 y 74 años. La mayor incidencia se da en Cataluña, con un 23,1%, la Comunidad de Madrid, con un 16,6%; y la Comunidad Valenciana, con un 10,8%.
La principal enfermedad neurodegenerativa entre ellos es el alzhéimer y la duración de la desaparición oscila de uno a cuatro días.
La relación entre la libertad y la seguridad: «No se les puede atar»
«A la persona con alzhéimer o con cualquier otra enfermedad neurodegenerativa no se le puede atar», asegura el director ejecutivo de de la Confederación Española de Alzheimer, quien explica que, más bien al contrario, se les debe dar libertad para «tratar de mantener la autonomía al máximo».
La combinación de libertad y seguridad solo se puede conseguir a través del uso de herramientas que permitan geolocalizar a esa persona con demencia. Siempre en referencia a personas con una demencia en fase inicial o moderada porque cuando hablamos de fases finales de la enfermedad, la vigilancia debe ser de 24 horas al día y el control, casi absoluto.
Desde hace varios años la aplicación gratuita Alertcops, de la Policía Nacional y la Guardia Civil, cuenta con una función que permite compartir la ubicación con personas de confianza. En caso de emergencia o desaparición es más fácil la localización. Para que funcione esta aplicación la persona debe llevar el móvil, de tal forma que resulte útil en una fase en la que el enfermo es capaz de entender que es necesario llevar el dispositivo telefónico y mantenerlo operativo.
En casos más avanzados de deterioro cognitivo son más útiles las pulseras, medallas y relojes con código QR que proporcionan la información básica en caso de pérdida: nombre, alergias, enfermedades y contactos de emergencia. La ropa con código grabado también es eficaz porque es más difícil que el enfermo se desprenda de ella.
Desde CEAFA destacan las ventajas de los dispositivos que marcan una zona de seguridad, dentro de un barrio o pueblo, y hacen saltar las alarmas en el momento en que esa persona lo sobrepasa. Ponen en valor, además, la «mejora estética» de este tipo de dispositivos, sean del tipo que sean, «para que la persona que los lleve no se sienta estigmatizada».
La médico del Summa 112 explica que se encuentran con muchos casos de emergencia en la calle con mayores ya con problemas más o menos graves de confusión, olvidos y demencias que se niegan a portar estos elementos que los geolocalicen. «Cuando contactamos con las familias nos cuentan que es muy difícil de gestionar porque a veces rechazan las ayudas», afirma, para añadir que «es una generación a veces difícil de controlar».
Las temperaturas extremas- bien sea el calor en verano o el frío en invierno- aumenta exponencialmente los riesgos en caso de pérdida o desaparición. Los expertos consultados aseguran que una persona con alzhéimer tiene el inconveniente añadido de que es muy probable que salga a la calle sin la ropa adecuada.
El Centro Nacional de Desaparecidos puso en marcha en 2023 un nuevo modelo de activación de ‘alerta vulnerable nacional’ para posibilitar una localización temprana del desaparecido. Cuenta con la implicación de empresas de publicidad propietarias de pantallas digitales distribuidas por todo el territorio nacional, consiguiendo que la alerta en pocos minutos tenga una gran visibilidad y repercusión mediática. Durante el pasado año 2024, estas alertas se activaron mayoritariamente para casos de desapariciones de personas con enfermedades cognitivas o neurodegenerativas.
Además, la publicación de alertas a través de internet y de las redes sociales se ha convertido en una herramienta esencial para la difusión, concienciación y participación en la búsqueda y localización de las personas desaparecidas.
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