Jornada organizada por ASELF y Bomberos de Madrid, con la secretaría técnica de ‘Seguritecnia’
Hace casi dos siglos, en el verano de 1859, la Tierra fue testigo de la tormenta solar más intensa registrada hasta la fecha. Aquel fenómeno produjo fallos generalizados en las líneas de telégrafo, descargas eléctricas, incendios… En definitiva, sucesos impactantes en una época en la cual no se entendía qué estaba sucediendo con esos aparatos. Fue el astrónomo inglés Richard Carrington quien se percató por primera vez de las fluctuaciones solares y sus efectos sobre la Tierra, de ahí que el episodio descrito se bautizara como “Evento Carrington”. Fue la primera tormenta solar detectada, pero, desde entonces, se han producido muchas más.
De ahí la necesidad de comprender bien este fenómeno espacial y buscar soluciones para que su impacto en nuestro planeta sea el menor posible, en una época marcada por la electricidad y las TIC, las principales afectadas por estos sucesos. De ahí que decenas de expertos se dieran cita en la Jornada Técnica sobre Tormentas Solares y Apagones, organizada por ASELF y Bomberos de Madrid, con la secretaría técnica de Seguritencia, en el Museo Municipal de Bomberos.
Los ponentes, especialistas de diferentes ámbitos, dieron cuenta de los efectos que podría llegar a tener una tormenta solar, las experiencias aprendidas hasta el momento y cómo se trabaja frente a un problema que obliga a mirar constantemente hacia el Astro Rey.
Abrieron el encuentro Rafael Moro, vicepresidente de ASELF, y José Luis Legido, secretario general, para poner en contexto la importancia de un evento de estas características y los antecedentes que obligan a estar alerta frente a las tormentas solares.
Tipos de tormentas solares
Ismael Pellejero Ibáñez, coordinador adjunto técnico de la Red Nacional de Radio de Emergencia (REMER), perteneciente a Protección Civil y Emergencias del Ministerio del Interior, explicó que una tormenta solar “puede afectar en los reactores de radio, en los sistema de comunicaciones en general o en la propia red eléctrica, generando un apagón”.
Pellejero detalló los cuatro tipos de fenómenos enmarcados en lo que se conoce como tormenta solar y que pueden afectar a las comunicaciones: los apagones de radio por fulguración muy potente de rayos solares, las tormentas de ruido generadas por el sol, las tormentas de radiación solar y las tormentas geomagnéticas. Su principal gravedad es que “estos fenómenos suelen ir asociados y un problema añadido es que pueden ir concatenados”.
En una explicación técnica, ilustró cómo estos eventos afectan a distintos sistemas críticos. Por ejemplo, “en una fulguración, los rayos solares llegan a la Tierra y provocan que las ondas de radio que atraviesan la ionosfera se vean afectadas, hasta el punto de que las deja inoperantes. Esto puede durar desde minutos hasta horas”, explicó el invitado.
Frente a estos escenarios, las alertas tempranas son clave. “Existen diferentes sistemas internacionales de alerta temprana para este tipo de fenómenos. En Estados Unidos, Rusia, Australia… muchas astronaves en el espacio están vigilando estos fenómenos”. Respecto a España, mencionó el papel incipiente de la Agencia Espacial Española.
El ponente subrayó también el rol de la Red Nacional de Radio de Emergencia (REMER), que “es una red de ámbito estatal alternativa a la red de comunicaciones”. Si se caen otro tipo de redes que dependen del Estado, REMER podría sustituirlas mediante “sistemas analógicos que no consumen grandes cantidades de energía, por lo que duran bastante”.
Impacto en la aviación de las tormentas solares
Además de las comunicaciones en sí, uno de los ámbitos a los que podría afectar especialmente una tormenta solar sería la aviación. Manuel de Felipe, inspector y soporte a la coordinación de Operaciones Aéreas de la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA), abordó los riesgos de estos sucesos en las aeronaves. “Puede haber problemas con la orientación, el posicionamiento, etcétera. Estas tormentas solares afectan sobre todo a la navegación de los aviones”. En ese sentido, citó un documento de la Organización de Aviación Civil Internacional en el que se alerta de “rutas erráticas, interrupción de comunicaciones satelitales”.
Esto puede tener consecuencias críticas para la aviación. Por un lado, “en cuanto a la posición de los satélites, podría haber una degradación respecto a dónde se está y la señal que llega a la aeronave”. Por otro, sistemas como “la visión de vuelo, comunicaciones, pantallas, etcétera”, también pueden verse comprometidos, enumeró De Felipe.
Dada la gravedad del asunto, existen diferentes órganos y medidas de prevención y alerta temprana para aplacar los efectos de las tormentas solares. Uno de ellos es el Servicio de Información sobre el Clima Espacial, que comenzó a operar a finales de 2019 y que sirve para “proporcionar actualizaciones en tiempo real y a nivel mundial sobre el clima espacial para la aviación comercial y general”. Otras medidas son el monitoreo y comunicaciones de las propias compañías aéreas o la observación constante de entidades como la National Oceanic and Atmospheric Administration (NOAA), el Real Observatorio de Bélgica, la ESA Space Weather Service Network o, en España, el Servicio Nacional de Meteorología Espacial que pertenece a la Universidad de Alcalá de Henares.
Una amenaza que requiere más atención
Precisamente, la coordinadora de dicho servicio, Consuelo Cid Tortuero, enumeró varias tormentas solares que han afectado a la Tierra y reflexionó sobre las necesidades actuales en torno a este asunto. “Las tormentas solares y otros fenómenos suceden, aunque no lo veamos. No es algo que pueda pasar, es que pasa”, advirtió la también catedrática de Física Aplicada de la Universidad de Alcalá de Henares.
Desde el Evento Carrington (1859) hasta eventos ocurridos incluso el año pasado, Cid hizo un repaso histórico a los eventos de este tipo documentados. Por ejemplo, en 1903 se registró el primer suceso documentado en la Península Ibérica: “se publicó en la revista Nature y decía que hubo varias líneas de comunicaciones que quedaron fuera de cobertura”.
Actualmente, existen infraestructuras y productos, como las antenas VL, que permiten reconocer las fulguraciones que se producen en el sol. Sin embargo, la ponente fue crítica sobre la necesidad de destinar mayores esfuerzos a este asunto, más colaboración entre entidades privadas y organismos de la Administración y la necesidad de establecer una confianza y comunicación bidireccionales.

El gran apagón
Además de las tormentas solares, la jornada también abordó los apagones como una emergencia a gran escala. Para ello, dos de los ponentes hablaron de su experiencia durante el apagón del 28 de abril que afectó a toda la Península Ibérica. Uno de ellos fue José Luis García Martín, experto en emergencias, quien relató los acontecimientos que se sucedieron durante la jornada en diferentes centros de emergencias. Una de las consecuencias fue la dificultad con algunas comunicaciones, que pudieron subsanarse a través de medios alternativos. “Hubo problemas para contactar con algunos organismos, pero vía radio se pudieron restablecer las comunicaciones”, explicó García.
Las cifras que compartió respecto a las incidencias ese día son elocuentes: 193 incidentes de rescate en ascensores, 138 asistencias a domicilio y un incremento sin precedentes en el número de llamadas. “El 28 de abril hubo un pico de llamadas muy elevado. Si el promedio del mes es de 3.000, ese día hubo 8.400 en ese intervalo de tiempo”, destacó.
Tras relatar la situación en varios centros, planteó recomendaciones para futuros apagones en el ámbito sanitario, como disponer de medios de comunicación alternativos a los habituales, contar con suministro de combustible y depósitos de seguridad en propiedad de la Administración, disponer de sistemas simplificados de contingencias, la existencia de protocolos de comunicación, registros de pacientes para suministro de oxígeno o traslado a hospitales y la activación de refuerzos.
Efectos en la Sanidad del apagón
Por su parte, José Martínez Gómez, subdirector de Gestión de Sistemas de la Información del SUMA 112, alertó de que lo primero que falló fue la telefonía móvil. “No teníamos demasiadas llamadas de inicio y, aunque el centro estaba preparado, no percibimos ningún corte, pero los pacientes realmente no se podían poner en contacto con nosotros”, explicó de inicio.
Uno de los puntos más preocupantes fue la atención a pacientes electrodependientes, algunos de los cuales fueron trasladados a centros sanitarios para poder mantener su cuidado.
Frente a todos los problemas con las comunicaciones, Martínez señaló que la red TETRA “funcionó muy bien” para las comunicaciones entre los recursos del 112, aunque matizó que “las llamadas individuales eran más complicadas”.
La reflexión que compartió este experto fue: “Nunca vamos a tener al cien por cien todo operativo. Por ello, hay que tener siempre disponibles todas las opciones como tecnología móvil, analógica, satélite, etc.”. Y remató: “hay que tener blindada la red de asistencia y educar a la población para que esté preparada” frente a este tipo de situaciones.
Conclusiones de la jornada
Enrique López, director general de Bomberos, y Rafael Moro, pusieron el broche final al evento con sus conclusiones respecto a una jornada que definieron como necesaria.
El encuentro concluyó con la sensación compartida de que las tormentas solares no son ciencia ficción, sino fenómenos inevitables ante los que es necesario destinar recursos y atención, tanto desde el ámbito privado como, especialmente, la Administración.
La electricidad, las telecomunicaciones, la navegación aérea o la asistencia sanitaria forman un entramado complejo y vulnerable. Las tormentas solares y los apagones suponen un riesgo, en ocasiones similar, que requieren de medios y profesionales especializados para evitar o paliar sus efectos.
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