Begoña Gallego escuchó no hace mucho que ser bisexual era un vicio. La presidenta de la Asociación LGTBIPOL no suele exponer su condición en las ponencias que dan en distintos puntos del país. Sin embargo, respondió: «¿Usted me ve viciosa?». Ante la negativa, afirmó: «Bueno, pues yo soy bisexual».
La vida son etapas para esta policía nacional a RTVE.es. Si bien es cierto que ha estado con hombres, Gallego lleva «muchos años» con mujeres; de una de estas relaciones, nació su hija. Ejerce como policía nacional desde hace casi 25 años y, en paralelo, es la presidenta de la Asociación LGTBIPOL de Madrid, que nació en 2016.
Begoña Gallego es la presidenta de la asociación LGTBIPOL, fundada en 2016. BEGOÑA GALLEGO
«No sé si es por mi forma de ser o por la seguridad que tengo, pero no he llegado a sentir discriminación», afirma la agente. Sin embargo, todavía hay ocasiones en los que se escuchan insultos y habladurías, incluso dentro del cuerpo policial, donde el tema LGBTIQ+ genera mucha controversia. «Siempre están las típicas preguntitas y los típicos compañeros que hacen bromas que sientan mal», aunque Begoña siempre lo discute y consigue que los compañeros, al menos a ella, no le digan nada.
“Una compañera que no había salido del armario me increpó en medio del trabajo porque la había sacado de él“
Pero la indiferencia por el colectivo LGBTIQ+ desde el cuerpo se da incluso por personas pertenecientes a él. «Una compañera que no había salido del armario me increpó en medio del trabajo porque la había sacado de él», recuerda. En el cuerpo hubo quien le preguntó si iba a ir al desfile del Orgullo con la asociación de Begoña. Esto le sentó mal, hasta tal punto que el jefe se vio obligado a llamarle la atención.
El miedo de un policía a denunciar, el germen
El hecho de que un compañero no se atreviera a denunciar a su novio por malos tratos sembró la semilla que, posteriormente, hizo brotar la asociación. «Nos preguntamos: ‘Si un compañero no se atreve a ir a comisaría siendo policía, ¿cómo será para el resto de las personas?'», reflexiona Gallego. De esta manera, LGTBIPOL nació para echar un cable a los ciudadanos y servir como puente entre los ciudadanos y la policía.
Su labor principal consiste en sensibilizar a las fuerzas y cuerpos de seguridad, aunque también ayudan a que se conozca la diversidad afectivo-sexual entre sus miembros. Así, estos logran aprender cómo tratar correctamente a las personas del colectivo.
Evolución de la igualdad en los Cuerpos Policiales
La agrupación acoge a cualquier tipo de agente, desde Policía Nacional, Guardia Civil hasta aquellas patrullas autonómicas como la Ertzaintza. También da charlas por distintos puntos del país e incluso ofrecen formaciones en la Escuela Nacional de Policía de Ávila: «El compañero que sale nuevo sabe que esto existe y tiene que aplicarlo».
Si bien es cierto que todavía hay agentes que mantienen su orientación sexual en su privacidad, junto a Gallego hay cientos de personas pertenecientes al cuerpo que han salido del armario. Es el caso de Rufino Arco, biólogo que accedió a la policía en 2008 y que en la actualidad trabaja en un departamento que gestiona los derechos humanos y la igualdad.
«Algunos compañeros no sabían cómo relacionarse conmigo»
Arco tenía dudas sobre cómo mostrarse en la Escuela de Ávila, el primer paso dentro del cuerpo policial, por lo que decidió ser discreto. Meses después de iniciar su formación en Ávila, confesó a sus amigos que era gay. El miembro de la junta directiva de LGTBIPOL asevera que ahora en la policía «aún hay entornos en los que a veces se escucha el típico comentario de ‘Bueno, cada uno en su intimidad, que haga lo que quiera, pero tampoco hace falta contarlo por ahí'». Incluso hay episodios de microhomofobia: a un compañero le escondieron panfletos de VOX en el cajón de café por ser gay.
Rufino Arco tenía dudas sobre cómo mostrarse en la Escuela de Ávila, por lo que decidió ser discreto hasta que sus amigos le preguntaron si era gay y salió del armario. RUFINO ARCO
La jubilación de miembros más veteranos del cuerpo ha llevado a que ahora sea mucho más abierto, aunque hay excepciones. Por ejemplo, es muy diferente que un chico exhiba su orientación dentro de la policía a que lo haga una mujer: «Las chicas lesbianas suelen tener un poco más de aceptación y suelen ser muy abiertas porque el estereotipo de chica lesbiana tiende más a lo masculino». En cambio, «cuanto más afeminado sea [un chico], imagino que más recelo tiene de que se reconozca».
Arantxa Miranda, policía municipal de Madrid desde 2002, colabora en ocasiones con LGBTIPOL mediante formaciones sobre diversidad. En 2018, desfiló con el uniforme policial en el Orgullo y ha sido, por el momento, una de las pocas en hacerlo; esto provocó en redes sociales una retahíla de críticas hacia su carrera profesional. Además, la FELGTBI+ le propuso que fuera vocal de delitos de odio a nivel nacional. Miranda se veía con la obligación de salir del armario cada vez que accedía a un nuevo puesto de trabajo porque es habitual dentro del colectivo cuando se conoce a alguien nuevo.
Arantxa Miranda salió en el Orgullo de 2018 con el uniforme de policía junto a miembros de LGTBIPOL. POLICÍA MUNICIPAL DE MADRID
Esta guardia municipal resalta que dentro del cuerpo había leyes que perseguían a las personas del colectivo. «En el año 2000, nuestro tutor nos dijo: ‘Vais a trabajar con lo peor: con putas, maricones y drogadictos'», recuerda Miranda. En el presente, celebra que la policía sea abierta y sea un medio al que acudir para denunciar si has sufrido homofobia. «Me parece que ‘hemos ganado’ que seamos abiertamente lo que queramos».
“En el año 2000, nuestro tutor nos dijo: ‘Vais a trabajar con lo peor: con putas, maricones y drogadictos’“
Por su parte, Elena Sánchez, policía nacional y lesbiana, coincide con Arco y escogió ser prudente al principio: «Tenía que tantear mi entorno para ver si podía mostrarme y hablar sin tener que utilizar expresiones ambiguas». Cuando presentaron públicamente LGTBIPOL rompió, junto al resto de sus compañeros, las puertas del armario sin pensarlo, lo que les supuso un alivio.
Esta policía nacional admite que hace años sentía alguna mirada desconfiada de algunos compañeros. «Algunos no sabían cómo relacionarse conmigo y yo pensaba: ‘¿Pero qué dificultad hay’?». En cambio, ahora la situación se ha normalizado en su ambiente de trabajo y aplaude que hay más consciencia sobre que «no todo el mundo es típico y que puede presentar una característica por la que ha sufrido un delito». Sánchez, que forma a otros miembros de las fuerzas y cuerpos de seguridad, sostiene que no pretenden que conozcan lo que significan todas las siglas, sino que no se dé por sentado que todo el mundo es heteronormativo.
Elena Sánchez, policía municipal de Madrid, admite que hace años sentía alguna «mirada desconfiada de algunos compañeros». ELENA SÁNCHEZ
«Existe el chiste, que no deja de ser una agresión»
LGTBIPOL no es la única asociación que exhibe la diversidad en las fuerzas y cuerpos de seguridad de nuestro país. En 2006, época en la que todavía no existían protocolos contra el acoso por orientación sexual dentro del cuerpo policial, Manuel Peinado fundó GAYLESPOL, la primera asociación de agentes LGBTIQ+. El presidente de GAYLESPOL celebra que con los años estos protocolos hayan conseguido implantarse y se llevan a cabo formaciones de sensibilización hacia el colectivo.
Pese a que este mosso d’esquadra considera que la diversidad está normalizada dentro del cuerpo, todavía hay gente que no lo expresa abiertamente por miedo a represalias, porque los cuerpos policiales se han caracterizado por tener perfiles heteronormativos y machistas. Las microagresiones siguen presentes, aunque sean involuntarias: «Existe el chiste, que no deja de ser una agresión hacia una parte de ti».
Manuel Peinado, presidente de GAYLESPOL, celebra que en la actualidad se llevan a cabo formaciones de sensibilización hacia el colectivo LGBTIQ+. MANUEL PEINADO
Hay una tendencia al cambio, aunque lleva tiempo que se instale en su totalidad. De hecho, cada vez hay más gente diversa, tanto cultural como étnicamente.
Fuera del cuerpo, es posible que un gran número de personas del colectivo hayan sufrido algún tipo de discriminación o agresión, pero muy pocas personas optan por denunciar. «Se ha normalizado que te insulten y te digan ‘maricón de mierda’ por la calle», relata el mosso.
“Se ha normalizado que te insulten y te digan ‘maricón de mierda’ por la calle“
«El avance es imparable»
«La policía debería mostrar la diversidad que tiene dentro, porque esto afectaría a muchos sectores de la sociedad que ven la policía lejos de ellos», defiende Rufino Arco. La policía es un sistema neutro, pero no del todo variado. «Me gustaría ponerme un uniforme que incluya toda la diversidad, pero tengo la sensación de que la mayoría no deja de ser blanca y heterosexual». Entre los compañeros de Arco, hay musulmanes, gitanos y mujeres.
Arantxa Miranda indica que, pese a que la homofobia siga presente, ahora la gente no se sorprende ni se asusta, dado que se ve como una orientación más, sobre todo en Madrid. «Mucha gente emigra aquí para poder vivir su orientación sexual de manera abierta. A lo mejor, si viviera en un pueblecito de algún sitio de España, te diría que es otra cosa».
Por su parte, Elena Sánchez considera que «el avance [en términos de diversidad] es imparable». Para esta policía nacional, el ser humano tiene una dimensión inabarcable y lo compara con el océano, al que «no se le pueden poner diques». «No pasa nada por convivir todos en igualdad y aceptándonos tal cual somos». Además, cita a Miguel de Cervantes para explicar la tónica general que vive una sociedad que se resiste a evolucionar de la mano de la diversidad: «Si ladran los perros, es señal de que avanzamos».
La mayoría de las víctimas de delitos de odio entre 2019 y 2024 eran hombres y sus agresores, varones desconocidos
Según el último Informe de la encuesta sobre delitos de odio, publicado en 2024 por el Ministerio del Interior, el 70.8% de las personas que sufrió algún tipo de discriminación entre 2019 y 2024 eran hombres y, en concreto, con edades que comprendían desde los 26 hasta los 40 años. Gran parte de las víctimas eran de origen español, aunque destacan las agresiones hacia personas provenientes de Latinoamérica —Venezuela lidera la lista de los países sudamericanos—.
Además, de las 602 personas encuestadas, 356 reconocen que sufrieron 10 o más delitos de odio y 108 fueron víctimas entre dos o cuatro veces.
La mayoría de los delitos de odio derivaron de la orientación sexual o la identidad de género (68.6%), y de racismo o xenofobia (60.1%). El 68.1% de las víctimas recibieron cinco o más veces comentarios o gestos ofensivos, y un 67,4% las sufrieron el mismo número de veces a través de redes sociales o Internet.
En lo relativo a los participantes del hecho delictivo, la mayoría de las víctimas aseguran que fue una única persona quien cometió el delito de odio; la siguiente opción más escogida es la de dos agresores. Además, un 60.8% de los agresores eran hombres y un 14,5%, mujeres. Por otro lado, las víctimas sostienen que en la mayor parte de los casos los agresores eran desconocidos, aunque un 13.3% eran vecinos.
Ante el delito de odio, un 93.4% de las víctimas optaron por no avisar a la policía por razones como la vergüenza o el miedo a las represalias. Por contra, aquellos que sí denunciaron acudieron sobre todo a la Policía Nacional. Un 51.1% de las víctimas desconocen en qué punto se encuentra el proceso tras poner la denuncia, un 22% de los encuestados asistió al juicio y el agresor fue condenado, un 12.2% vio cómo se archivó la causa y un 9.8% de las víctimas finalizó el juicio con la absolución del autor de los hechos.
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