La familia de un niño con autismo tratado en Sant Joan de Déu: "Empezó la terapia sin decir una palabra y ahora ya tararea canciones"

El pequeño Axel tiene 4 años. Aunque su crecimiento era normal, a los nueve meses tuvo una «regresión»: dejó de balbucear y tampoco mantenía contacto visual con sus padres. Además, tenía unos enfados «muy desregulados», explica su padre, José Manuel Crespo. No fue hasta los 17 meses cuando le diagnosticaron un trastorno del espectro autista (TEA):una doctora de cabecera vio síntomas y derivó a la familia al centro de desarrollo infantil y atención precoz (CDIAP) del Hospital Sant Joan de Déu (Esplugues de Llobregat). En este centro recibió el diagnóstico.

Axel y sus padres son una de las familias participantes en el pionero estudio ‘CARE C-ESDM: Resultados y avances en la atención temprana del TEA’,realizado por Sant Joan de Déu y que forma parte del proyecto TEA CARE Mas Casadevall (impulsado por la Fundació Autisme Mas Casadevall). Este ensayo pone el foco en la necesidad de intervenir durante las edades más primerizas (entre los 0 y los 4 años). Y va mucho más allá: ve necesario involucrar a las familias en la estimulación cognitiva del menor. Es decir, apuesta por aplicar al niño las terapias necesarias a través de padres y madres.

«Nosotros empezamos en este estudio un poquito antes de que Axel cumpliera los 3 años. Primero te hacen una evaluación para ver de qué punto parte el niño. El estudio consistía en dos visitas semanales con la psicóloga», cuenta José Manuel. El padre de Axel explica que el estudio consiste en una parte teórica (la que se hacía de manera telemática, en la que los padres daban su punto de vista) y otra práctica, la presencial, en la que se trabaja el juego con Axel. «Era yo quien jugaba con el niño, no la psicóloga. Ella me guiaba en base a la sesión teórica anterior», explica José Manuel.

Esta terapia duró en total un año. Y los padres dan cuenta de la mejora del pequeño. «Axel empezó la terapia sin decir una palabra, mientras que ahora ya tararea canciones, hace repeticiones y tiene más contacto visual. Hemos aprendido a comprenderlo y a conectar con él. Ha habido mucha mejora», celebra el padre, agradecido. El pequeño, además, no solo mejoró su comunicación, sino también conductualmente.

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