El panorama desolador que deja un incendio a su paso empuja a muchos a actuar para combatirlo, en ocasiones con tan solo un aliado: la fuerza de su voluntad. Pero la buena disposición no siempre es suficiente, tal y como advierten quienes se dedican de forma profesional a esta labor: enfrentarse al fuego sin las herramientas y la formación necesaria puede ser peligroso.
La ola de incendios que azota la Península desde hace días se ha cobrado hasta el momento la vida de tres personas, dos de ellas voluntarios que luchaban contra el fuego en Castilla y Léon. Una de ellas falleció en el municipio leonés de Nogarejas mientras colaboraba como voluntario en el operativo de extinción del incendio forestal de Molezuelas de la Carballeda declarado el domingo en Zamora.
Tras el incidente, los expertos insisten en que hay que saber detectar una situación de elevado riesgo y dar un paso atrás. «Es mejor dejar a los profesionales hacer el trabajo, porque tienen claro cómo escapar», señala a RNE Antonio Diosdado, cabo primero de la Unidad Militar de Emergencias (UME).
Y, aunque la primera línea de fuego queda reservada para los equipos de emergencias, hay mucho que los ciudadanos pueden hacer para ayudar. Estas son las claves:
Antonio Diosdado, cabo primero de la UME, sobre los voluntarios en los incendios: «Es mejor dejar a los profesionales trabajar, porque saben cómo escapar»
¿Puede un civil participar en las labores de extinción de un fuego?
Según la ley, sí está permitido que un ciudadano pueda colaborar como voluntario en una emergencia, recalca a RTVE.es el jefe del Servicio de Protección Civil de la Comunidad de Madrid, Carlos Salmerón. Sin embargo, en algunas ocasiones, para ayudar se necesita una formación previa, más todavía si las circunstancias son temerarias, como es el caso en un incendio forestal.
En primer lugar, debemos tener claro que son las comunidades las que cuentan con la competencia y disponen de su propio dispositivo de incendios forestales. Por su parte, los ayuntamientos pueden dotar de recursos al operativo autonómico, a través por ejemplo de brigadas de distinta índole e incluso de agrupaciones de voluntarios.
La secretaria de la Asociación Nacional de Agrupaciones de Voluntarios de Protección Civil, Olivia García Trasancos, recalca que la razón no siempre se impone: «¿Cómo le dices a alguien que ve en peligro su casa, sus animales, sus cultivos, su vida, que no participe?».
Hay que asumir, prosigue, que un civil no dispone de los recursos necesarios para participar en una operación de estas dimensiones. Sin embargo, eso no le impide colaborar, puede hacerlo siempre y cuando su labor sea supervisada y «canalizada» por los profesionales, explica Salmerón. En este sentido, el jefe de Protección Civil relata su experiencia con una mujer que este miércoles decidió acudir a la zona afectada por el incendio de Tres Cantos (Madrid) para ayudar: «Llegó y dijo: ‘Hola, quiero ser voluntaria, ¿puedo hacer algo?’. Se le dieron unas labores mínimas».
Lo más apropiado es que no se vaya por «libre», razona, porque todo ciudadano requiere de equipos de protección individual y formación para estar presentes en estos escenarios. Y precisamente porque «la voluntad humana es muy grande», expresa Salmerón. Para ello existen las agrupaciones de voluntarios de Protección Civil.
¿Qué tareas realizan los voluntarios?
Quienes se integran en estos equipos reciben cursos de formación para realizar, principalmente, «labores auxiliares» en situaciones de emergencia, indica Salmerón.
«En el caso de Tres Cantos, hubo una serie de agrupaciones de la Comunidad Madrid que en labores auxiliares iban haciendo tarea de remate, verificando que no hubiera ningún animal muerto, que las puertas de las casas quedaban cerradas para evitar saqueos…», cuenta.
Es la retaguardia del operativo, que implica cuestiones como colaborar con la Guardia Civil en el control de carreteras, en la evacuación de poblaciones afectadas o transportar agua allí donde se encuentran trabajando los bomberos. «Esas son las cosas que el voluntariado sí puede hacer, el resto: ponerse en un segundo plano», asegura.
Generalmente, se realizan tareas específicas en este sentido, «tan importantes como la persona que está en el frente de llamas«, comenta Salmerón. Labores que deben ser cualificadas y, «sobre todo», realizarse bajo supervisión del mando. Por ello, esos brotes de solidaridad deben controlarse. Incluso para una tarea tan sencilla como «preparar unos bocadillos», ejemplifica, deben garantizarse «unos mínimos».
¿Dónde acudir y qué llevar?
Lo esencial para conocer dónde los equipos de emergencia requieren ayuda de voluntarios es consultar las redes sociales oficiales. A través de estos canales se indica qué recursos son necesarios para acceder a la zona: indumentaria, botas, trajes EPI… En el caso de un incendio forestal, la ropa «debe ser muy técnica»: «Botas especiales que aguanten una temperatura especifica, bien tapados los pies y la cabeza o medios de hidratación«, enumera Salmerón.
Los profesionales piden prudencia a los voluntarios en los incendios: «Puede poner en peligro su vida y la operatividad»
Una vez establecido un punto de encuentro, los profesionales reciben a los voluntarios y se realiza una clasificación, explica el jefe de Protección Civil de la Comunidad de Madrid.
Deben ser «personas sanas», agrega al respecto. «Puedo tener toda la voluntad pero resulta que soy asmático, o alérgico». En estos casos, conviene siempre notificarlo para que los profesionales decidan cómo actuar.
¿Se puede acceder a la primera línea de un incendio?
Un voluntario no puede acceder a la primera línea de un incendio. Lo más habitual es que haya desplegado en la zona un dispositivo de la Guardia Civil o de la Policía autonómica que no permita a acceder a los puntos donde un ciudadano pueda correr algún riesgo.
De hecho, entre las funciones de los voluntarios de Protección Civil figura la colaboración con las fuerzas y cuerpos de seguridad para acotar el lugar y restringir el paso al sector caliente del incendio. Su labor debe centrarse en tareas logísticas, lejos del fuego, cuya extinción es responsabilidad de los equipos de profesionales, explica Olivia Trasancos.
Y, aunque es cierto que sí existen agrupaciones de voluntarios dotadas con recursos para participar en estas labores, recuerda, lo habitual es que sus esfuerzos deban limitarse a lo mencionado anteriormente. Lo extraordinario de estas situaciones empuja a los ciudadanos a llevar a cabo acciones que pueden poner en riesgo su vida: «La cabeza trabaja de una manera y el corazón trabaja de otra», advierte.
En este sentido, las autoridades también insisten en los riesgos de ayudar de forma voluntaria. La ministra para la Transición Ecológica, Sara Aagesen, ha pedido estar atentos a las recomendaciones de los servicios de emergencia «porque ellos son los que mejor pueden saber cómo tenemos que actuar».
Lo idóneo, concluye Olivia Trasancos, «es colaborar todo lo posible» y dejar trabajar a quienes disponen de los recursos necesarios para llevar a cabo una labor tan fundamental estos días.
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