En medio del monte quemado en Ourense, emerge un pequeño pueblo: Roblido. Su historia, probablemente, será recordada en la zona mucho tiempo. El pasado 15 de agosto, en plena oleada de incendios en la región gallega, el fuego les rodeó. Pese al peligro, los vecinos decidieron quedarse y juntos consiguieron frenar las llamas a tan solo unos metros de sus casas.
«El pueblo se puso a desbrozar un perímetro de seguridad 50 metros alrededor para poder contener un poco las llamas en suelo bajo. Y hasta aquí llegó, las casas están al límite. Hubo momentos de tensión y apuros, pero se pudo contener», relata a TVE Makrina Gil, una de las vecinas del pueblo, señalando el rastro de ceniza aún hoy visible alrededor de sus hogares.
“El pueblo se puso a desbrozar un perímetro de seguridad“
Cuando llegó el fuego, usaron todo lo que encontraron para frenar el avance de las llamas. «(Estuvimos) sin parar de correr: cogiendo cubos, metiéndonos en las piscinas de niños pequeños para poder echar agua, con las mangueras…», recuerda, por su parte, Carmen, otra lugareña, rodeada de árboles teñidos de negro.
Señalan que pusieron bocas de incendio en el pueblo hace unos años y que eso les ayudó mucho. Ante las llamas, algunos confiesan que no les dio tiempo ni a sentir miedo. «Era más adrenalina pura», dice Makrina.
En lo que va de mes se han quemado 363.860 hectáreas en toda España debido a una oleada de incendios forestales, siendo Galicia una de las comunidades más afectadas. Tan solo en Ourense, la más azotada por focos como el de Larouco, Oímbra o Chandrexa de Queixa, acumula más de 100.000. Este domingo aún quedan dos fuegos activos en la provincia.
Preocupados por la llegada de la lluvia
Tras las llamas, en Roblido, los vecinos comen todos los días juntos en el local comunitario y siguen trabajando para recuperar su vida cotidiana. En estos momentos, —dice Alejandro, residente del pueblo— «el problema principal es que no hay agua potable». «Tenemos presión en los grifos, pero el agua no es apta para el consumo. Estamos intentando recuperar la traída», aclara.
También les preocupan las condiciones meteorológicas. Tan solo han pasado diez días, pero dicen que hay que actuar ya en el monte por si vienen las lluvias. «Todos los árboles quemados tenemos que quitarlos, procesarlos, cortarlos en trozos de dos metros y medio y extenderlos en laderas para que la erosión se pare en los árboles», enumera Javier, presidente de la comunidad de montes de Roblido.
Aunque supieron prevenir y salvar su aldea de las llamas, no vale bajar la guardia y coinciden convencidos en que tratarán de recuperar su monte cuanto antes.
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