Cuando aún los incendios no han dicho su última palabra este verano de 2025, entrevistamos a la ingeniera forestal Marta Corella. Nos citamos con ella en el mirador del Tajuña, en Brihuega, Guadalajara, una provincia que tiene muy presente en su memoria el profundo dolor que causan los incendios. Desde el 16 hasta el 20 de julio de 2005, las llamas asolaron parte de esta provincia y se cobró la vida de un equipo de extinción formado por nueve bomberos forestales y dos agentes medioambientales.
Aquella tragedia fue el detonando que impulsó al gobierno de Zapatero a crear la UME, una decisión que estuvo acompañada de críticas por parte de la oposición. Nos lo cuenta con tristeza esta experta medioambiental que insiste en lo poco que se ha aprendido, a pesar de lo mucho que se ha perdido y del enorme dolor que acompaña a todos cuantos se ven golpeados por los estragos causados por el fuego.
Marta Corella, ingeniera forestal, en un momento de la entrevista. INFORME SEMANAL
Cuando un monte se quema, nos explica Marta, lo que se destruye nos afecta a todos, Las ciudades no son ajenas, sobre todo, porque el agua que bebemos y consumimos depende del agua que general los bosques. Los necesitamos, insiste Marta. Fijan carbono, nos proveen de agua, mejoran la calidad del aire que respiramos y son espacios de esparcimiento para estar en comunión con la naturaleza.
Proteger los montes, potenciar la ganadería extensiva, cuidar los espacios naturales y gestionarlos depende de la voluntad política y de la implicación de toda la sociedad. La idea enfatizada por Marta durante toda la entrevista, es que «necesitamos un gran pacto de Estado de gestión territorial, y cohesión territorial”
PREGUNTA: ¿Qué ha pasado? ¿Por qué esta oleada de incendios tan feroces y tan voraces?
“Los pueblos eran grandes comunidades selvicultoras de nuestros territorios y creadores de paisaje“
RESPUESTA: El cambio climático ha propiciado que hayan llegado varias olas de calor seguidas. Eso ha hecho que lugares que históricamente no habían sufrido esta virulencia en los incendios —y que están colmados de biomasa y de energía— pues hayan tenido ahí el espacio perfecto para crecer y para convertirse en incendios fuera del alcance de la extinción humana. Pero no podemos quedarnos solo con eso. Hay que ir al origen, y el origen es que el 56% de nuestro país es forestal. Y la cuestión es que no se considera un sector estratégico en lo económico. No hay gestión del territorio. Ha habido unas políticas que han ido empujando a la población hacia las ciudades. Los pueblos eran grandes comunidades selvicultoras de nuestros territorios y creadores de paisaje del que han ido desapareciendo las personas. Y nos encontramos con un territorio completamente abandonado en cuanto a gestión. Y esto es una tragedia humana,
«Monstruos que se retroalimentan»
P: Lo sorprendente de estos incendios ha sido su voracidad ¿Por qué eran imparables?
R: La gran causa de que se produzcan incendios imparables, o sea, monstruos que se retroalimentan es la situación en la que se encuentran nuestro territorio, nuestro monte. No hay cortafuegos, los caminos están desapareciendo, se deja de transitar, se han abandonado todos esos cultivos —que ya no eran rentables— de zonas de montaña que ha ido invadiendo el monte… y entonces es muy difícil encontrar zonas seguras para poder atajar esos incendios. Cuando llega un fuego, genera tantísima energía que lo que hace es que escape a nuestra mano. No podemos extinguirlo. A partir de los 6000 kilovatios por metro es inabordable. Empieza a estar fuera de la capacidad de extinción porque el agua que llega de un hidroavión se evapora antes de llegar al suelo. Y hemos tenido fuegos que han superado en casi 20 veces este límite de los 6000 kilovatios por metro.
P: ¿Tendremos que acostumbrarnos a que siempre sea así? ¿Hay posibilidad de evitarlo o mitigarlo?
R: Necesitamos un gran pacto de Estado. ¿Por qué? Porque la emergencia tiene que colgar de un pacto de Estado de gestión territorial, de cohesión territorial, porque hay muchas normativas que lo que están haciendo es justamente impedir que haya usos en esos espacios, en esos montes. Entonces, si hacemos un gran pacto de Estado para emergencias, nos estamos olvidando de la gran causa y lo que tenemos que acometer es esa gran causa donde se trate todo lo que es la gestión del territorio de forma holística, pues hay que revisar toda la legislación que está castrando muchas de nuestras actividades en el medio rural.
P: ¿De qué manera estamos abordando en nuestro país la protección de los montes y los territorios rurales?
“ Cuando gestionamos nuestros montes aumentamos el crecimiento posterior, la regeneración y la captura de carbono“
R: Para conservar hay que gestionar. El resto es no actuar. Pero bueno, paradójicamente, la inacción, cuando alguien llama a la inacción o se generan plataformas en contra de gestión o de que se corten árboles, eso no tiene consecuencias. Es un problema nuestro, de la humanidad. No es un problema del planeta ni de la naturaleza. Es que no nos necesita para nada, pero nosotros sí. Y además, cuando gestionamos nuestros montes aumentamos el crecimiento posterior, la regeneración y la captura de carbono. Tenemos que entender que ahora en estos incendios se están liberando millones de toneladas de CO2 a la atmósfera que estaban secuestradas y estaban esperando a que las convirtiéramos en muebles, en construcción, en viviendas…
Vista aérea de las zonas afectadas por los incendios de Montouto, Ourense. GREENPEACE / PEDRO ARMESTRE
«Impacto directo en las ciudades»
P: ¿Crees que desde las ciudades se mira el tema de los incendios como algo lejano que no nos afecta?
R: Todos estos incendios que se están produciendo ahora tienen un impacto directo en la calidad de las ciudades, que es donde más personas se concentran, donde más emisiones de CO2 se producen… El humo se ha ido atrapando en las ciudades mucho más que en las zonas rurales, donde se ha visto disperso. Este hongo ha llegado a Madrid, ha llegado a ciudades. Y además, estas ciudades dependen del agua que generan los bosques.
P: Insisto de nuevo ¿Estos incendios se podrían haber evitado?
“No podemos esperar a ir tomando decisiones en caliente. Tenemos todas las herramientas, tenemos el conocimiento, tenemos la ciencia“
R: Sí, y estamos a tiempo de que esto no se repita. Si no nos ponemos con urgencia a llevar a cabo acciones como un gran pacto de Estado que se concrete en acciones, volveremos a tener problemas. No podemos esperar a que suceda una tragedia. No podemos esperar a ir tomando decisiones en caliente. Tenemos todas las herramientas, tenemos el conocimiento, tenemos la ciencia. Vamos a impulsar un gran cambio con acciones concretas que tendrían un gran impacto en nuestro territorio directo. Vamos a obligar a que toda la administración pública responsable de la gestión de estos territorios, cumpla. Y luego vamos a intentar ayudar a todos esos propietarios privados a que gestionen sus terrenos y a mantener todo en unas condiciones de resiliencia aceptables, porque el cambio climático no se va a ir.
«No hay nada que no arda»
P: Durante los días en los que se ha estado luchando contra el fuego se ha hablado de la necesidad de tener y diseñar bosques resilientes. ¿Qué es y cómo se diseña un bosque resiliente?
R: Los bosques resilientes son bosques gestionados, donde se corta, donde se saca madera, donde hay ganadería pastando, donde se saca matorral. Esos son bosques que se hacen más resilentes. No hay especies que sean ignífugas. Y lo hemos visto. Los castañares también arden cuando se abandonan, también arden los olivos cuando abandonas la gestión. No hay nada que no arda. Lo que sí que podemos generar son espacios y bosques más resilientes. Pero no porque cambiemos las especies, sino porque hagamos una gestión activa sobre ellos. Aquel bosque y aquel monte que tenga una gestión activa, las posibilidades de que arda son infinitamente menores, y las posibilidades de poder acometer las labores de extinción con éxito son infinitamente mayores.
P: ¿Y cómo se conjuga la repoblación de los bosques? ¿Hay que dejar que la naturaleza crezca sin control?
“La sociedad tiene muy bien integrado lo de repoblar, pero lo de gestionar ya no le gusta tanto“
R: La sociedad tiene muy bien integrado lo de repoblar, pero lo de gestionar ya no le gusta tanto. Bueno, pues hay que gestionar. Incluso cuando tú haces una repoblación tienes que poner una densidad muy superior a la que luego tiene que quedar y tú tienes que ir haciendo tratamientos continuos para ir descargando de esa biomasa que va acumulando. Eso es lo que tenemos que gestionar.
El equipo de Informe Semanal durante la grabación. RTVE
P: ¿El futuro de los bosques y su mantenimiento depende entonces del futuro de las comunidades rurales?
R: En el imaginario colectivo todavía tenemos instalado que vivir en un pueblo es fracasar. Durante muchos años se nos ha convertido en parias sociales. Esto tiene que cambiar. Los lugares donde tenemos más recursos tienen que visibilizarse como lugares de oportunidades. Las ciudades caminan hacia una insostenibilidad per se. Y los pueblos van a ser el lugar donde la gente joven va a querer ir a criar a sus hijos en un entorno amable, saludable. Tenemos que garantizar ese derecho. Las comunidades rurales hay que dignificarlas, hay que reconocerles el papel como como custodias de estos espacios. Hay que dar las facilidades y crear las oportunidades. ¿Para qué? Para que nuestros pueblos se revitalicen.
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