Al menos 1,1 millones de catalanes consumen Diazepam u otras benzodiacepinas, pese a que la tendencia de los últimos dos años marca un ligero descenso. Son datos de la Conselleria de Salut, a los que ha tenido acceso EL PERIÓDICO, de los ansiolíticos prescritos por la sanidad pública pero que no incluyen ni las recetas prescritas en consultas privadas ni los fármacos conseguidos fraudulentamente, por tanto, la cifra real es más elevada. En 2023, por primera vez desde la pandemia, el consumo de estos medicamentos psicotrópicos para tratar la ansiedad, el estrés o el insomnio (y que solo se venden bajo receta médica), comenzó a bajar en Catalunya. Es una tendencia que se mantuvo el año pasado, con una reducción del 3% respecto a 2022, año récord.
Los pacientes que consumían pastillas como Diazepam (Valium), Lorazepam (Orfidal), Alprazolam (Trankimazin) o Clonazepam (Rivotril) —algunos ejemplos de benzodiacepinas— aumentaron en Catalunya a raíz de la pandemia. El fenómeno registró una cifra récord en 2022, cuando hubo un total de 1.139.869 usuarios únicos con dispensación en las farmacias (un 4,18% más que en 2019, cuando hubo 1.094.087 consumidores). En 2023 fueron 1.126.120 usuarios y en 2024, un total de 1.106.235, lo que supone un 3% menos que en 2022. Las mujeres (en concreto las de entre 45 y 64 años) son las más consumidoras de este tipo de fármacos.
El Colegio de Farmacéuticos recuerda que el Diazepam es un tratamiento corto pero «muchas personas lo toman como si fuera crónico»
Según Mercè Barau, vocal de oficina de farmacia del Col·legi Oficial de Farmacèutics de Barcelona (COFB), el Diazepam y el resto de benzodiacepinas deben prescribirse para un máximo de 12 semanas (tres meses). «Son tratamientos cortos; el problema es que muchas personas lo toman como si fueran crónicos», apunta Barau. Según Salut, en 2024, al 82,93% de los usuarios de Catalunya se les realizó alguna prescripción con una duración de tratamiento superior a las cuatro semanas. Otras fuentes sanitarias señalan, sin embargo, que muchos pacientes están más de tres meses, e incluso años, consumiendo estos fármacos.
«Las benzodiacepinas generan adicción y tolerancia. Parece que no hacen efecto, pero cuando las quitas el efecto es similar a la abstinencia», añade la farmacéutica. Señala el caso del Diazepam, una benzodiacepina de duración larga: por la mañana la persona que lo ha tomado sigue teniendo somnolencia. «A mí el Diazepam me da mucho respeto», advierte Barau.
Con el covid-19 hubo un aumento de la prescripción y consumo de estos fármacos; ahora los médicos están intentando prescribir menos. «Vamos viendo pacientes que llevan mucho tiempo con benzodiacepinas prescritas y desde los CAP intentan quitárselas poco a poco. Nunca de golpe», explica Barau.
«El Diazepam genera adicción y tolerancia. Parece que no hace efecto, pero cuando lo quitas el efecto es similar a la abstinencia»
En cuanto el número de envases dispensados en las farmacias, estos también han disminuido. En 2022, se dispensaron un total de 9.889.396 (un 5,14% más que en 2019, cuando se vendieron 9.406.022), mientras que en 2023 fueron 9.726.333 y en 2024, un total de 9.486.156. Es decir, en 2024 hubo un 4% menos que en 2022. «En los últimos dos años, el número de usuarios que consumen benzodiacepinas o fármacos relacionados, así como el número de envases dispensados en oficina de farmacias, se ha ido reduciendo, hasta alcanzar cifras similares a las observadas previamente en la pandemia», explican a este diario fuentes de la conselleria.
Las mujeres (en concreto las de entre 45 y 64 años) son las más consumidoras de este tipo de fármacos
Según Salut, las 10 benzodiacepinas más consumidas en Catalunya son, en este orden, el Lorazepam, el Lormetazepam, el Alprazolam, el Diazepam, el Clonazepam, el Zolpidem, el Clorazepato de potasio, el Bromazepam, el Clobazam y, en último lugar, el Ketazolam. Con todo, la conselleria recuerda que el Servei Català de la Salut (CatSalut) únicamente dispone de información sobre las dispensaciones realizadas a través de receta médica oficial y no de las generadas a partir de recetas privadas.
Efectos secundarios
Como advierte el Jefe de Psiquiatría del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau (Barcelona), Narcís Cardoner, las benzodiacepinas son psicofármacos que causan con frecuencia «dependencia». Son «útiles» cuando se prescriben bien, porque reducen la ansiedad con «rapidez». Y no solo ansiedad, sino también el insomnio, las contracturas e incluso la epilepsia.
«En la primaria vemos que es un problema de salud que va a más. El perfil de usuario es el de una mujer en la edad media de la vida o mayor»
España es el país que más benzodiacepinas prescribe, pero comunidades como Catalunya están haciendo esfuerzos por reducir esas cifras. Campañas de la Conselleria de Salut como ‘Pastilles, només les necessàries’ buscan reducir la prescripción de fármacos como estos. «En la primaria vemos que es un problema de salud que va a más. El perfil de usuario es el de una mujer en la edad media de la vida o mayor. Hay muchos problemas detrás, como insomnio, ansiedad, depresión, problematicas familiares… Las benzodiazepinas son la solución fácil para afrontar su día a día», explica la médica de familia Montserrat Romaguera, miembro de la Societat Catalana de Medicina Familiar i Comunitària (Camfic).
Se trata de medicamentos «económicos», reconoce esta doctora, que tienen «dos problemas» principales. El primero es la «tolerancia»: para conseguir un beneficio, cada vez se necesitará más cantidad. El segundo, que tienen efectos secundarios como pérdida de reflejos, lo cual «aumenta el riesgo de caídas». «A las personas mayores, una fractura puede convertirlas en dependientes. Pueden acabar en geriátricos y morir al año», añade Romaguera.
Adicción , pérdida de reflejos y aumento de las demencias son algunos de los efectos de los ansiolíticos
Y destaca que las benzodiacepinas «aumentan las demencias». «Estamos en un país donde la esperanza de vida es muy larga. El riesgo de que en unos años podamos hacer una demencia es un efecto secundario de las benzodiacepinas. Estamos en una cultura donde todo ha de ser rápido y fácil. Hemos creado un monstruo y lo hemos creado entre todos. Y los sanitarios tenemos nuestra culpa», reflexiona.
Las benzodiacepinas, además, también tienen efectos sobre la conducción: «Podrían estar detrás de muchos accidentes de tráfico y también interactúan con el alcohol», afirma esta médica de familia.
Las instituciones sanitarias, afirma, están haciendo «esfuerzos» por reducir la prescripción y consumo de benzodiacepinas. En la atención primaria, figuras como la del referente de bienestar emocional (son psicólogos, pero no clínicos) hacen «actividades» como talleres de relajación en grupos y charlas y ayudan al médico de cabecera «en el proceso de deshabituación del paciente». «La solución no es dar la pastilla, sino intentar buscar todos los recursos que podemos tener en el entorno. Por ejemplo, la actividad física de manera regular nos ayuda a calmar la ansiedad e inducir el sueño», concluye Romaguera.
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