El geriatra José Manuel Ribera Casado (Valladolid, 1940) viene de participar en las XV Jornadas Internacionales de la Sociedad Española de Cuidados Paliativos celebradas hace unos días en Zaragoza, donde ha sido uno de los ponentes, y se prepara para participar en un nuevo acto con motivo del Día del Mayor, que se celebra este 1 de octubre. Hablará de lo que mejor conoce: el envejecimiento. De una población que, dice, cada vez llega a una edad avanzada en mejores condiciones. Y los retos que supone. Hace un llamamiento especial para luchar contra el edadismo que, asegura, está también muy extendido en las consultas médicas.
Catedrático Emérito de Geriatría de la facultad de medicina de la Universidad Complutense de Madrid y Académico de Número de la Real Academia Nacional de Medicina de España, el doctor Ribera fue un pionero. En 1984, puso en marcha el servicio de Geriatría del Hospital Clínico San Carlos en Madrid (el primero en un hospital terciario) y lo dirigió hasta su jubilación. Ha presidido la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología, así como la Comisión Nacional de la especialidad y también la sección clínica de la región europea de la Asociación Internacional de Gerontología y Geriatría.
«La mitad de las personas que nazcan ahora van a vivir una media de 86 años, si son mujeres; 82 si son hombres»
El envejecimiento de la población es un reto al que se enfrentan todos los países.
Efectivamente, Cuando yo estaba en geriatría, en 1984, las personas mayores de 65 años eran el 7%; en este momento, son casi el 20%. Centenarios, en el año 2000 había menos de 3.000; ahora hay casi 20.000. La edad media se sigue elevando. La mitad de las personas que nazcan ahora van a vivir una media de 86 años, si son mujeres. Y si es hombre, pues 82. Hay otra cosa importante: cada vez las personas llegan a edades muy avanzadas en bastante buen estado; desde luego, en mucho mejor estado que hace 40 o 50 años.
¿Qué factores han influido en su opinión?
Se ha conseguido que algunas enfermedades que mataban, como los infartos de miocardio o algunos cánceres, ahora se controlen y puedan, a lo mejor no curarse, pero sí cronificarse. Nosotros ponemos mucho más el énfasis en la calidad medida a través de la función de que uno sea capaz de manejarse por sí mismo, poder tener proyectos, hacer vida propia, que no en la cantidad de años. Si vivimos más años, pues mejor, pero nos importa más conseguir que los avances se produzcan sobre todo en el terreno cualitativo.
«Hay gente muy optimista que dice que, dentro de nada, vamos a vivir 300 años. Eso, hoy por hoy, es una quimera»
La realidad es que la esperanza de vida es cada vez más alta.
Es evidente que sí y que va a ir subiendo, porque viene haciéndolo desde hace por lo menos un siglo. Yo tengo 85 años, y mi padre murió a los 44 y, mi abuelo, de la gripe de 1918, también con 40 o 50 años. Las razones por las que vivimos más no tienen tanto que ver con lo que están estudiando los biólogos en este momento, sino con aspectos relacionados con la epidemiología. Las vacunas, por ejemplo, o la alimentación, o la lucha contra factores de riesgo bien conocidos: como cardiovascular o respiratorio.
Y eso que se habla de longevidad más que nunca.
Lo que se sabe es que el tope de vida en estos momentos está en torno a los 120 años. Hay gente, no tanto los médicos clínicos como los investigadores básicos, que están intentando estudiar los mecanismos a través de los cuales se produce el proceso de envejecimiento para, si es posible, interferir en ellos y lograr que se prolongue la esperanza de vida. Hay también gente ahí muy optimista que dice que, dentro de nada, vamos a vivir 300 años y cosas así. Eso hoy por hoy es una quimera. Se van conociendo mecanismos biológicos relacionados con la genética, o con la biología molecular, o con las estructuras cromosómicas que se han asociado al envejecimiento, y se está intentando, sobre todo en laboratorios, no en humanos, ver si se prolonga la vida. Yo no soy capaz de decir si en el año 2100 la esperanza de vida se habrá elevado pero, hoy por hoy, eso es bastante quimérico. El único antienvejecimiento realmente es morirse, lo demás es envejecer.
«En medicina, hay edadismo en cualquier especialidad que analicemos a la hora de organizar un tratamiento o de seguir un protocolo»
¿Qué mensaje lanzaría de cara a este Día del Mayor? ¿Cuáles son los retos?
Sobre todo que se mantengan activos. Activos físicamente, pero también mentalmente. Y, ligado a eso, que luchemos contra cualquier forma de discriminación por edad. El edadismo es real y la gente no tiene conciencia de ello. Ni los profesionales de la salud. En medicina, está extendidísimo. Y hay que luchar contra ello. Eso es un problema grandísimo. Es tan importante como puede ser el racismo o el machismo.
Y lo dice usted, que es médico.
Sí, lo digo yo. Doy conferencias a los cardiólogos y les digo que practican el edadismo y se ofenden conmigo. Y les pongo diapositivas con trabajos publicados en revistas de cardiología que son muy evidentes y bueno, se callan. Pero no es mala conciencia. Es que es un fenómeno que está tan imbuido en la sociedad que se es inconsciente. Las listas de espera, son otro ejemplo. Hay edadismo en cualquier especialidad que analicemos a la hora de organizar un tratamiento o de seguir un protocolo.
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