Los abortos espontáneos ocurridos en el primer trimestre –es decir, entre las primeras 12 semanas de gestación– no son un evento inusual en la vida reproductiva de las mujeres. Sin embargo, son los menos estudiados y los más desconocidos a nivel sanitario y social. Se trata de embarazos que se pierden casi simultáneamente a su detección. España no dispone de datos oficiales de este tipo de pérdidas.
La jornada ‘¿Cómo mejorar la atención y el acompañamiento de las personas que experimentan pérdidas gestacionales prematuras?’, del grupo Afin de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), ha puesto el foco este jueves sobre esta realidad. En la jornada se han presentado resultados de la investigación que reflejan, principalmente, una ausencia de información y preparación preventiva para una posible pérdida. Además, incluye una encuesta realizada a 1.857 personas de toda España (entre las cuales había 246 que vivieron un aborto espontáneo) que prueba el gran desconocimiento social: un 66,7% de la población sitúa el aborto espontáneo (pérdida natural del embarazo) por debajo de las 22 semanas.
Antes de las 12 semanas
En 2010, la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia informó de que las pérdidas gestacionales durante el primer trimestre afectan a entre el 10% y el 20% de los embarazos; que la mayoría de esos abortos espontáneos son preclínicos (60%) –es decir, antes de que sea clínicamente detectable y pueda verse en una ecografía— y que, generalmente, acontecen antes de la semana 12 de gestación (85%). En 2021, la Sociedad Española de Fertilidad apuntó que solo el 22% de los tratamientos de reproducción asistida realizados habían dado lugar a un nacimiento.
Las pérdidas gestacionales durante el primer trimestre afectan a entre el 10% y 20% de los embarazos
Como explica la investigadora Carolina Remorini, este proyecto tiene como objetivo dar «visibilidad» a las necesidades de acompañamiento de las gestantes y sus parejas cuando atraviesan una pérdida del embarazo en el primer trimestre. «El proyecto se enfoca en las pérdidas del primer trimestre de gestación, las menos consideradas, más silenciadas y estigmatizadas socialmente, si bien hay una creciente concienciación a nivel público», dice Remorini. Las investigadoras también observaron visitas y consultas en hospitales y ASSIR (unidades de atención a la salud sexual y reproductiva) y entrevistaron no solo a personas que habían sufrido esa pérdida, sino también a su entorno y a los profesionales que las atienden.
Pérdida de un «hijo» o «bebé»
Vieron que, aunque no todas las personas hablan de «duelo» o «muerte» en estas semanas, una proporción alta refiere haber perdido un «hijo» o un «bebé», con independencia de la semana gestacional. «En base a esto, la amplia mayoría de las personas entrevistadas expresan decepción por la forma en que las personas de su entorno trataron el tema, ya que esta experiencia de sufrimiento no es reconocida o legitimada de manera suficiente. Destacan la incomprensión, silencio, subestimación y falta de actitud respetuosa a sus sentimientos, preferencias o valores», dice Remorini.
«Hay problemáticas en la atención sanitaria de estas pérdidas que van del trato de los profesionales a la inadecuación de los circuitos de atención y la falta de reconocimiento a nivel jurídico»
«Al cabo de unas semanas empecé con sangrado más abundante y, entonces, claro, yo no lo sabía, porque estaba muy poco informada, pero me encontré sin darme cuenta en un trabajo de parto», dice una de las participantes en la investigación, la cual hace hincapié precisamente en esto: en los déficits con que se topan estas mujeres en el ámbito sanitario.
«Hemos detectado una serie de problemáticas en la atención sanitaria de estas pérdidas, que van desde el trato de los profesionales hasta la inadecuación de los circuitos de atención, la falta de normativa que abarca estas circunstancias específicas por debajo de las 12 semanas y la falta de reconocimiento a nivel jurídico. Se detectaron demandas en cuanto a un acompañamiento integral», dice Remorini. Esta investigadora apunta a que la mayoría de personas entrevistadas superaba los 36 años, más del 50% había tenido dos pérdidas o más, y más del 70% había pasado por tratamientos de reproducción asistida.
Además, la información brindada en instancias clave del circuito de atención era «incompleta» o no acorde a las necesidades y expectativas, especialmente cuando se trata de evaluar alternativas de manejo clínico de los abortos espontáneos. Las entrevistadas señalan que se han tomado decisiones apresuradas, no suficientemente informadas y sin posibilidad de consulta a referentes de confianza. También los propios profesionales entrevistados reconocieron «demasiada presión asistencial» para dedicar el tiempo necesario para atender a dada persona y «respetar sus tiempos y necesidades».
Testimonios
«Y no hay nada de acompañamiento [a las pérdidas] ni en el primer trimestre ni en el segundo. Solo es como: ‘prepárate el suelo pélvico’, ‘prepárate la cadera para parir’ y después ya sí, todos los problemas que vas a tener con la lactancia para los que va a haber grupos de apoyo y de madres. Pero no hay nada sobre esto. Nada antes, ¿sabes?», se queja una mujer cuyo testimonio se recogió en esta investigación. «Por mucho que fuera un embrión o células desarrollándose, dividiéndose, para mí ha sido un hijo lo que he perdido. No es un embrión. Aunque cambie el nombre conforme va evolucionando, es un hijo desde el primer momento. O sea, yo no he perdido un embrión, yo he perdido un hijo», explica otra. «Yo decía que quería verlo y me decían: ‘Para qué si no verás nada'», cuenta una tercera.
«Por mucho que fuera un embrión o células desarrollándose, dividiéndose, para mí ha sido un hijo lo que he perdido (…) Aunque cambie el nombre conforme va evolucionando, es un hijo desde el primer momento»
Según la encuesta incluida en la investigación, el 57,5% de las personas entrevistadas manifiesta que nunca ha tenido una conversación sobre abortos espontáneos y, cuando lo ha hecho, ha sido con amigos (23,4%) y familia (22,5%). Además, el 89% de la población considera que el sistema sanitario debería incluir en sus programas de educación prenatal la posibilidad de vivir un aborto espontáneo. Por último, el 76% de la población declara que la sociedad no está sensibilizada con el aborto espontáneo.
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